jueves, 19 de junio de 2014

Capítulo 11: "Te quiero."


Por fin era libre, libre de todo. Ya no me importaba nada, estaba junto a él. Lo demás me daba igual. Su increíble sonrisa era el motivo de la mía y estar tan cerca de él hacía que mi cuerpo se estremeciera. Me quedaría así para siempre, sabiendo que él me protegerá. Siempre.

-Tenemos que irnos.-interrumpió mis pensamientos.
-Esta bien.-sonreí. Entramos en su coche aparcado en frente de aquella vieja casa y encendió el motor. En pocos minutos, ya estabamos lejos de aquel infierno.
-¿Cómo estás? ¿Te hizo daño?-preguntó él sin quitar ojo de la carretera.
-No, estoy bien. ¿Tú lo estás?-pregunté. Sabía que le dolió lo que le dijo su padre.
-Tú estas bien. Te he encontrado. Ahora todo esta bien.-contestó con una sonrisa forzada que yo misma noté.
-Zayn, ¿puedo preguntarte algo?
-Claro.
-¿Crees que volverá a hacerlo?-pregunté.
-Puede. Mi padre es así y no creo que cambie, ni por mí ni por nadie, pero, tranquila, estaré a tu lado. Si vuelve a hacerlo, volveré a encontrarte. Nadie va a separarnos esta vez, ¿entendido?
-Nadie va a poder separarnos jamás.
-Nadie.-repitió él.

El viaje duró poco y durante el resto, nadie habló. Era un silencio cómodo, de esos que no molestan. Sabía que debía tomarse un tiempo para pensar en todo lo que había pasado hace unos minutos y yo aún necesitaba olvidarme de aquel beso. No podía sacarme de la cabeza el sabor de sus labios y el olor de su perfume mezclarse con el mio. La imagen de su sonrisa tan cerca mía. No podía olvidarlo.
Llegamos y apagó el motor del coche quedando en frente mía con una mano sobre el volante.

-Gracias por venir a buscarme.-dije.
-No tienes por qué agradecerme nada. Iría hasta el fin del mundo con tal de encontrarte y ver tu sonrisa de nuevo.-dijo él.
-Lo digo en serio, si no llega a ser por tí, hubiera pasado allí mi vida entera. Lo único que pedía es que aparecieras tú y me rescataras- sonreí, lo que él hizo después.
-Lo siento.
-¿Por qué?
-Por haberme peleado con Alejandro después de que me dijeras que no lo hiciera.-dijo él.
-No tienes por qué pedirme perdón. Si no lo hubieras hecho, no hubiera conocido a tu asqueroso primo, a tu cruel padre y ese beso no hubiera ocurrido.-reí.
-Tienes razón. -suspiró él. -Pero igualmente, perdón. Debería haberte escuchado.
-No te sientas mal, soy una mandona.
-No, no lo eres, lo estabas haciendo por mi bien y no te hice caso. Perdóname.
-Estás más que perdonado.-dije. Él sonrió como respuesta.- Bueno, me tengo que ir.-dije abriendo la puerta del coche, pero él puso su mano encima de la mía.
-Espera.-dijo. Yo le miré fijamente. -¿Podemos repetirlo?
-¿El qué?
-Ese beso.

Yo sonreí al escuchar aquellas palabras y me acerqué poco a poco al igual que él. Cuando nuestros labios ya se habían rozado sentí un escalofrío por mi espalda. Mis manos ya habían rodeado su cuello y podía sentir como sonreía encima de mis labios. Estaba claro, sus besos se habían convertido en mi droga. En primer lugar antes de su sonrisa. Mi droga favorita.
Tuvimos que separarnos, por el oxígeno. El asqueroso oxígeno.

-Te quiero.-susurró él aún cerca de mí.
-Yo a tí más.
-Te veo mañana.

Salí del coche intentado no saltar ni gritar de la emoción y justo antes de abrir la puerta me despedí de él con la mano.

Y ahora llegaba la parte más difícil de todas. Mi tía sentada en el sofá veía la televisión tranquilamente.

-¿Raquel?¿Eres tú?-preguntó ella con voz ronca. Yo me acerqué hacia ella.
-Sí, tía. Soy yo.
-¿Qué te ha pasado? ¿Dónde has estado?
-Bueno, me... Me secuestraron .-dije tartamudeando. Estaba nerviosa por su reacción.
-¿Quién? Ahora mismo llamo a la policía.
-Sólo sé que se llama John.-dije.
-Pero, ¿cómo es que has vuelto? ¿Has podido escapar tu sola? -preguntó ella.
-No, Zayn. El chico del que te hablé el otro día, me rescató.
-¿Y cómo sabía dónde estarías?-preguntó intrigada.
-Pues, él es.. Es su padre.- terminé la frase esperando una mala reacción de mi tía. Y así fue.
-¿Cómo? ¿Es su padre? -yo asentí - Lo siento jovencita, pero no quiero volver a verte con ese chico nunca más.
-Pero tía..
-No quiero excusas.-me interrumpió.-Si su padre te ha secuestrado, me imagino lo que podrá hacer su hijo.
-No, tía, él no es así.
-¿Cómo puedes saberlo? Oh, no. No me digas que ya estás enamorada de ese chico.-suspiró ella.
-No, no lo estoy.-mentí. -Sólo, si tan malo es, explícame por qué me vino a rescatar.
-A lo mejor quiere algo a cambio, ya sabes a lo que me refiero. Eres ya mayor para entenderlo. -yo le miré extrañada después de escuchar esa frase. Sabía a lo que se refería, pero él no sería capaz de hacer todo lo que hizo por acostarse conmigo.-Sólo lo hago por tu bien.
-Si quisieras mi bien, dejarías que estuviera con él.
-Ya hablaremos de esto. Es tarde, mañana debes volver al colegio.-dijo ella.

Yo entré a mi cuarto, cerrando la puerta de un duro golpe. Y allí ví a mi viejo amigo al cuál tanto extrañé. Se alegró al verme, lo noté en su expresión. Caminó hacia a mí un poco débil hasta llegar hacia mí. Yo lo abrazé y lo acaricié un buen rato.

-Tengo tantas cosas que contarte, amigo.-le dije a Sam. Él lambió mi mejilla y yo reí.

Me cambié a por un pijama más cómodo y me acurruqué en aquella cama que, por extraño que fuera, extrañaba tanto. En cuestión de minutos, el sueño me venció y pude dormir.

--Al día siguiente--

Me levanté con el ruido del despertador el cuál apagué. Me duché y me cambié por una ropa cómoda y sencilla de mi armario.

-Buenos días.-saludé al entrar a la cocina.
-Buenos días.-saludó ella. Sam salió de mi habitación y se sentó frente a nosotras a desayunar. -Pásalo bien en el colegio. Y ya sabes, no te juntes con ese chico.

No hice caso a lo que ella dijo y salí de casa, no antes de despedirme de Sam. Caminé a paso ligero hasta llegar al instituto. Allí, entré a mi respectiva clase y esperé las 3 horas primeras para poder salir al recreo.
Matemáticas, Inglés y Literatura se pasaron demasiado lento, pero por fin pude salir y relajarme en aquel lugar.

Me senté allí y contemplé después de tanto tiempo como los jugadores de rugbi jugaban en el campo y como las chicas se juntaban para maquillarse y hablar de quién sabe qué.

-¿Cómo estás?-escuché preguntar a una voz masculina cerca de mí. Mi piel volvió a estremerce. ¿Pasará esto cada vez que se acerque a mí?
-Mejor, ¿cómo estás tú?-pregunté con una sonrisa en mi rostro.
-Bien, pero sólo porque cuando sonríes me siento bien.-respondió él.
-Mi tía habló conmigo ayer.-dije cambiando de tema y también de expresión.
-¿Y qué te dijo?-preguntó.
-Que no debo acercarme a tí. Piensa que eres como tu padre.-contesté. Él soltó una pequeña risa irónica.
-¿En serio?-preguntó. -¿Qué le respondiste?
-Le dije que no eras como él, que fuiste tú quien me rescató. Pero no me cree.
-¿Qué hacemos?
-No le haré caso. Ella no puede decir con quien debo o no estar y de quien debo o no ser amiga.
-Hablando de amigos. Raquel, nosotros, ¿qué somos?-tragué saliva nerviosa.
-Personas.-respondí obviamente evitando de una manera absurda la pregunta.
-No me evites la pregunta.-me miró y evitó reírse.- Contesta.
-Eso no puedo contestarlo.
-Debes hacerlo. Porque me gustaría seguir siendo amigos...-dijo él y suspiró. Mi mundo se derrumbó.
-Pues seámoslo, seámos sólo amigos. Hagamos como si el beso nunca hubiera pasado. ¿Entendido? Sólo amigos.
-Raquel, espera.- gritó. Pero ya era tarde, ya me había dirigido a mi siguiente clase.

Entré y me pasé el resto de las horas confundida por aquellas palabras, por aquel beso, por todo.
Será que para mí ese beso significó demasiado, será que cuando estoy con él, me siento bien. Siento que puedo ser yo misma. Será que su sonrisa y sus besos, deberían dejar de hacerme tanto bien.
Salí de allí esperando no cruzarme con él, pero mi mala suerte, hizo que lo hiciera. 

-¿Puedo hablar?-pidió mientras me seguía. Yo solamente le ignoraba. - Por favor, para si no quieres hablar, no hables, sólo escúchame.-dijo.
-Rápido.-dije. En ningún momento paré de caminar.
-No me dejaste terminar la frase antes. Quería decir, que me gustaría seguir siendo amigos, pero desde que te conocí sentí algo que nunca he podido explicar hasta el día de hoy. Ahora sí sé lo que quiero, Raquel. Te quiero a tí, quiero que seamos algo más que lo que somos ahora. Quiero ser yo el que te abrace, quiero ser el dueño de tus labios. Ser yo la única persona que pueda saludarte con un beso. Que pueda llamarte a la una de la mañana para darte las buenas noches y cantarte una canción. Quiero ser esa persona que te haga sonreír siempre, que te protega, que te haga sentir una reina, aunque ya lo seas, aún te falta la corona. Quiero ser yo el único chico al que puedas llamar "novio". -al escuchar estas palabras, me paré en seco y le miré a los ojos. Él me miraba seriamente y yo a él igual. -¿Qué me dices?
-Sí, si quiero ser tu novia.-sonreí.

De repente sentí como me había acorralado contra la pared que tenía detrás sosteniendo mis cara con sus dos manos y besando mis labios como si le fuera la vida en ello. Yo agarré su cuello delicadamente y poco a poco me pegó más a él. El beso duró unos segundos, pero no quería dejar de sentir sus labios junto a los míos.

-Te amo.-confesó.
-Yo te amo más.
-Imposible.-discutió.
-Posible, por que es verdad.
-Si tu me amaras más, me hubieras esperado cuando te dije que te esperaras para terminar la frase.
-Estás loco-reí. Él soltó una carcajada y volvió a mirarme. Seguíamos a pocos centímetros uno del otro. Por fin en tanto tiempo, me sentía bien conmigo misma. Ojalá esto no sea un sueño, porque no quiero despertar nunca más.
-Loco por tí.-contestó.
-Gracias.-dije.
-¿Gracias por qué?
-Por hacerme feliz por primera vez en toda mi vida.
-Gracias a tí por hacerme creer en mí mismo.




Capítulo 10: "Te quiero."


{Una semana después}

Nash y yo seguíamos intentado que John no se enterara de que él estaba conmigo en aquella vieja habitación. Los días pasaban demasiado lento, demasiado lento. Cada vez que me llamaba para ir a comer, le guardaba algo de postre para Nash, subía a hurtadillas junto a él. Nos contábamos viejas anécdotas. Lo único que conseguía era hacerme sentir bien, reír. Gracias a él, estar aquí era mucho mejor que estar sola encerrada en mi propia habitación. Gracias a él, todo ha ido mejor y aprendí que sus ojos, tenían razón. Todo irá bien.

-¿Puedo pasar?-preguntó John desde el otro lado de la puerta. Yo inmediatamente advertí a Nash para que se pusiera debajo de la cama en cuestión de segundos y me coloqué en la cama rápidamente.
-Claro.
-Voy a salir unas horas, tengo unos planes que resolver. Volveré a la noche.- dijo él. Yo asentí y cuando sentí que cerraba la puerta de la entrada, pude respirar con seguridad y Nash pudo salir de debajo de la cama. Comenzó a tocer y yo reí por la expresión de su cara.
-Está todo lleno de polvo.-volvió a tocer. -Raquel.-dijo cuando terminó.
-¿Qué?
-¿Lo oíste? Es nuestra oportunidad de salir de aquí. No volverá hasta la noche.-dijo él. Tenía razón, pero, ¿y si salía mal? No saben cuántas ganas tenía de salir de aquí dentro.
-Sí, pero, ¿cómo hacemos para escapar? Habrá camaras allí abajo, las puertas estarán cerradas con alarma, es imposible. Sería un milagro si logramos salir.-dije.
-Oh, vamos. No seas tan negativa.-pidió.- Podemos hacerlo. Si las cámaras nos ven, dará igual, no sabrá hacia donde iremos. Cuando salgamos, estaremos lejos de aquí.-añadió.
-¿Lejos?-pregunté sin enteder. ¿Estaba pidiendo que nos fugaramos juntos?
-Raquel, tienes que comprender que si, nos vamos de aquí, intentará buscarnos. No se cansara tan fácilmente. Buscara hasta el los rincones más imposibles, hasta encontrarnos. Y cuando lo haga, quién sabe lo que él será capaz.-dijo él. Esto me estaba empezando a dar miedo. Así que, tenía dos opciones. Quedarme aquí por siempre, hasta quien sabe cuando, o huir junto a él lejos, muy lejos de aquí.
-Vámonos.-dije decidida.
-¿Estas segura?-preguntó.
-Sí.-afirmé- Sólo tengo una pregunta.
-¿Cuál?
-¿Qué pasará con Zayn?

--Narra Zayn --

Habían pasado semanas, aún no sabía dónde podría estar. Cada día, después de clase, me reunía con Cody a buscarla por las calles, preguntabamos a la gente que pasaba por aquí a menudo, que si la había visto en algún lugar enseñándole una vieja foto que Cody tenía de ella cuando era pequeña.
Nadie la había visto.
Me preguntaba por qué la vida había sido tan cruel con ella, por qué le hacían pasar todo esto. ¿De verdad creen que ella merece llorar cada noche en vez de sonreír cada día? ¿En serio creen que una princesa merece llorar encerrada, en vez de mostrarle esa hermosa sonrisa al mundo? Ella no merecía esto.
Ella no merece todo lo que le ha ocurrido en su vida, la muerte de sus padres, la falta de cariño, de amigos, de apoyo, de sonrisas y ahora, su secuestro. No sé dónde está, pero sí sé que cuando la encuentre, haré que su vida cambie, y para bien.

-Llevamos días con esto, tío. ¿No crees que deberíamos llamar a la policía?-preguntó preocupado.
-Aún sé un sitio donde no hemos mirado.-dije serio. Él me miró confundido.

Comencé a caminar rápidamente y Cody me siguió intentando pararme. Yo no le hize caso, solamente le pedí que si mañana no llegaba a clase, sí debía preocuparse.
Llegué a mi casa, tras correr varias calles y llegué hacia donde estaba mi coche, entré a él y puse el coche en marcha. Sí, sabía perfectamente hacia donde me dirigía. No sabía realmente si lo conseguiría, si ella estaría ahí, pero no perdería nada por arriesgarme. Tampoco sabía si mi padre sería capaz de cumplir las ultimas palabras que salieron de su boca, pero prefería morir, a que ella pasara su vida encerrada sin al menos, haber dado una sonrisa verdadera en toda su vida.

Y minutos después... Llegué.

Recordaba perfectamente aquel lugar, el olor a bosque, a pinos. La casa aún seguía intacta. Millones de recuerdos llegaron a mi mente tan rápido que hicieron que salieran las primeras lágrimas de mis ojos. Las veces que llegaba a casa llorando, por lo que mi padre me gritaba durante el camino. Las veces que me pegaba, ya sea con la mano o con la silla en donde se sentaba. Las veces en las que cuando mi madre llegaba, mi padre sabía como mentirla, decirle que todo andaba bien, y que yo estaba haciendo los deberes en la habitación cuando en realidad estaba secandome la sangre, o simplemente lágrimas, y más lágrimas que él nunca pudo secar. Él fue la causa de todas las lágrimas que han salido de mis ojos en toda mi vida. Él.
Sólo pude respirar hondo, y acercarme a aquella casa. Estaba cerrada con rejas alrededor. Si intentaba cruzarlas, me electrificaría. ¿Qué haría ahora? Mierda.

-- Narra Raquel --

-Simplemente, no quiero contestar a eso.
-Esta bien.-agachó la cabeza.
-Lo siento...
-No, está bien. Te entiendo.-dijo sonriendo forzadamente.

Abrió la puerta sigilosamente intentando no hacer ningún ruido, aún sabiendo que John no estaba en la casa. Inspeccionó el lugar, cada milímetro, de arriba a abajo. No se oía nada, empezé a preocuparme pensando que le habría pasado algo, así que salí de la habitación.
Pero noté como alguien me cogía de la mano y antes de que emitiera un grito, me taparon la boca con rapidez.

-Tranquila, sólo soy yo.-susurró cerca de mi cuello. Yo asentí y quitó su mano de mis labios. Bajamos las escaleras y nos encontramos con el salón.
-Ahí está la puerta que nos llevara a la calle.-dijo él. -Sólo necesitamos abrirla.-añadió.
-¿Cómo?-pregunté.

Él sólo sonrió de lado. Era más bien, una sonrisa cínica. Algo en mí hizo que me pusiera nerviosa, más de lo que ya estaba. Lo miré atentamente y ví como se alejaba unos centímetros de la puerta hasta que miro el piso y respiró profundamente apretando sus puños. Después de contar como unos tres segundos, corrió hacia la puerta y alzando su pierna derecha, consiguió forzar la manecilla de la puerta abriendola completamente. Yo solamente le miré sorprendida.

-Sabía que mis cinco años de kárate, algún día me servirían de algo que no sea partirle la cara a alguien.-rió él. Yo hice lo mismo.

Me sentía al fin libre. Podía respirar algo que no sea polvo, tierra. Podía sentir el viento en mi pelo y podia ver algo que no sea cuatro paredes y una vieja cama. Por fin, era libre.

-Gracias.-le agradecí saliendo junto a él de la mano.-No lo habría podido conseguir sin tí.-añadí parandome junto a él delante de aquella casa que tan malos recuerdos me traía.
-No tienes por qué darme las gracias, preciosa.-dijo él cogiendome de la barbilla después de haber colocado un mechón de pelo tras mi oreja.
-Si tengo que hacerlo. No me hubiera imaginado que hubiera pasado si tu no hubieras aparecido.-dije.
-Posiblemente, te hubieras partido el pie intentado abrir la puerta.-dijo haciendo que rieramos juntos.- Pero sólo importa que el destino quiso que estuvieramos juntos.

Se acercó a mí lentamente, haciendo que los pocos centímetros que nos separaban ya no existieran y fue cuando sentí sus labios rozar los míos. Sólo podía pensar en sus ojos, en sus ojos grandes y azules, en cómo me hacían poner nerviosa cada vez que me miraba, o en como formaba una curva en sus labios cada vez que me besaba. Todo era tan mágico y ...

-Veo que ya no necesitas que te encuentre.-escuché decir a una voz masculina justo a unos metros de nosotros. Yo me aparté rápidamente de Nash. Esa voz la conocía perfectamente. El era... Zayn.
Sólo lo miré unos segundos, me detuve a ver como había cambiado su corte de pelo, ahora lo llevaba en forma de cresta, seguía teniendo el mismo color. Sus ojos ya no brillaban como cuando le conocí, ahora estaban apagados, rotos. Miré a Nash, quien lo miraba confundido.
 -Zayn, yo...
-¿Por qué iba a querer que la encontraras?- habló él.
-Sabía que volverías a hacerlo, Nash.-dijo Zayn acercandose a nosotros. 
-¿Hacer el qué?-pregunté esta vez yo.
-Ya veo que no le has contado más que mentiras de las tuyas, primito.-contestó Zayn.
-Le he contado la verdad, para que conosca bien de quien se estaba enamorando.-habló Nash.
-¿No podrías desaparecer de mi vida? -preguntó. -Mi padre y tú siempre andan fastidiandome, haciendome la vida imposible. Él se encarga de encontrar a la gente que más me importa en la vida, como mi madre, mis amigas, todas las personas que alguna vez significaron algo para mí, siempre acaban mal. Y tú te encargas de hacerles pensar que han vivido un engaño a mi lado, que todo lo que les dije era mentira...-dijo Zayn al ser interrumpido por Nash.
-No lo escuches, Raquel. Sólo quiere hacerse con la suya. -dijo Nash.-Recuerda sólo eres una más del montón para él.-añadió susurrando en mi oído.
-No.-negó Zayn.- Déjame acabar. Durante toda mi vida, siempre me han quitado la oportunidad de ser feliz, siempre he tenido miedo de aferrarme a alguien por miedo a que al día siguiente, me lo roben de las manos. -dijo Zayn con una lágrima que ya había salido de sus ojos. Esta vez me miró a mí. -Por eso aquella vez te dije que no quería arriesgarme. ¿Recuerdas que me preguntastes por qué no quería arriesgarme? La respuesta a aquella pregunta era que no quería arriesgarme a perderte.
-¿Todo esto es verdad, Nash?-le pregunté y él bajó la cabeza. -¿Tú te encargabas de hacer que todo lo que él dijera era una mentira? - él no contestó.- Pues déjame decirte que la única mentira de todo esto fuiste tú, y que el único error fue haberte conocido. -dije. En ese momento, corrí a abrazar a Zayn. Él correspondió el abrazo. Extrañaba tanto el perfume que llevaba siempre puesto, extraba tenerlo cerca. Nunca creí al cien por cien, que él pudiera hacerme esto, que pudiera haberme engañado. Sabía que no me había equivocado en confiar en él, y menos en haberme enamorado.

-Que escena tan bonita ven mis ojos.-rió cínicamente una voz bastante varonil a la que había cogido un gran miedo.

Zayn se separó de mí y me colocó detrás mía sobre-protector. Sólo miraba atemorizada hacia John quien no quitaba la vista de su hijo.

-Papá.
-Hijo, cuánto tiempo sin verte. Has crecido tanto..- pronunció su padre.- Pero aún sigues siendo el mismo fracasado de siempre.
-Ya veo que no has cambiado nada.-dije.
-Te dije que no vinieras.

Espera, ¿se lo dijo? ¿Zayn sabía que yo estaba secuestrada? ¿John y Zayn habían hablado?

-Tú y yo sabemos que nunca hago caso a lo que me dices.
-Y por eso siempre acababas llorando en tu habitación, y como no te apartes de la chica, esta vez será por su muerte.- dijo él haciendo un gesto con la cabeza. De repente sentí un roce en mi cintura. Alguien me había agarrado con una mano rodeada a mi cintura y la otra sobre mis labios para que no pudiera articular ni una palabra. Conseguí girar la cabeza  y ví el rostro de Nash. Bajó su cabeza y volví a mirar aquella escena.

-Suéltala.-pidió Zayn.
-Vete de aquí.
-No me iré sin que la sueltes. Ella no tiene la culpa de la decepción y el asco que me tienes. Ella no fue la persona a la que al nacer, te dió tanto miedo cuidar. Era tan sólo un niño, ¿por qué me odiabas? ¿qué te hice? ¿Tanto asco te daba?
-No la soltaré. -contestó John ignorando aquellas preguntas.
-Llevo más de 18 años con estas preguntas rodando por mi cabeza, llevo toda mi vida sin una figura paterna. Sin un padre con el que salir a jugar al futbol por las tardes, sin un padre al que poder contarle lo que me preocupaba, lo que me hacía mal. Pero lo único que me hacía mal, eras tú. Las únicas veces que me caí, fue por aquellos golpes tan fuertes que recibía. Las veces que lloré, fueron por aquellas palabras, que aunque para tí, fueran simples, a mí me llevaron años asimilar. Así que papá, si es que puedo llamarte así. ¿Por qué? Contéstame. ¿Por qué cuando necesité un abrazo me dabas un golpe en la barriga? ¿Por qué cuando necesité un consejo me dabas insultos? ¿Por qué cuando me importa algo te tomas la molestia de hacerlo desaparecer?
-No deberías de haber nacido.
-Tal vés. Pero si no lo hubiera hecho, aquella noche, hubieras muerto.- contestó Zayn.
-Debías haberme dejado morir.-dijo.
-Pero no lo hice.
-No entiendo por qué si tanto me odias, me salvaste la vida aquella noche.
-Yo no te odio.
-¿Por qué? ¿Todas esas noches que llorabas por mi culpa, por esos golpes, esos insultos? ¿Y aún no me odias? ¿Por qué?-preguntó John.
-Por que eres mi padre, después de todo, lo eres. Y con cada golpe, con cada insulto, me hiciste más fuerte. Así que, gracias. No eres el mejor padre, pero me enseñaste a levantarme. No serás la figura paterna que necesité cada segundo, pero aún después de todo, lo eres.
-Hijo...
-No hace falta que digas nada. Sólo quiero que la sueltes, y así me iré, y no hará falta que me veas más, nunca y así tú seguirás con tu vida y yo con la mía. Sólo te pido eso.
-Suéltala.-le pidió a Nash, quién acto seguido me soltó y pude respirar tranquilamente.
-Gracias, John. -agradeció Zayn. Él sonrió, la primera vez que le veía hacerlo.

John entró a aquella casa a la que nunca más querría volver a ver y Nash me observó al igual que yo a él.

-Supongo que ya nos veremos.-dijo él.
-No.-contesté. Él me miró confundido.- Si es por mí, no quisiera verte más en toda mi vida. -me dirigí a salir junto a Zayn de aquel sitio, pero Nash tomó mi muñeca.
-Raquel - yo giré mi cuello.- Sé que te mentí, pero no fue...
-No, no me digas que no quisiste hacerlo. Me porté bien contigo, te conté cosas, hablamos durante horas, y tuviste el coraje de mentirme. De decirme que tú eras la víctima de todo esto y que Zayn le ayudaba a John a secuestrar a más chicas y yo como tonta, te creí. Así que no tengas ahora el valor de decirme que no quisiste hacerlo, porque sabías perfectamente lo que estabas haciendo.
-Si no hubiera hecho lo que me ha pedido, me hubiera matado, Raquel.-contestó él mirándome a los ojos. Yo bajé la cabeza.
-Me tengo que ir.- dije dándome la vuelta.
-No te vayas.-pidió.
-Ahora soy libre, no tengo porque fingir como hiciste tú.
-Lo peor de todo, es que no estaba fingiendo.
-No, eso no es lo peor de todo. Lo peor es que me perdiste, y ahora no sé si estás diciendo la verdad, porque ya no te creo.
-Créeme.
-Adiós, Nash.-suspiré.
-Nos veremos.- exclamó.- Y pronto.

Yo giré mi cabeza y negué con el cuello.

-Nunca más.
 
Él entró en aquella casa y quedamos Zayn y yo solos.

-¿Nos vamos?
-Tengo que hacer una cosa antes.

Estaba a un metro de distancia de Zayn. Podía ver como una sonrisa se asomaba en sus labios y como no apartaba su vista de la mía. Apoyado en el coche, se despegó él unos milímetros y yo corrí hacia él. Pero no, no lo abracé. Fuí lo más rápido que pude hasta chocar su cuerpo con el mío y mis manos reaccionaron a acariciar su cuello, hasta que el choque de nuestros labios fundió el mejor y único beso de toda mi vida. Nuestros labios encajaban perfectamente como unas piezas de un puzzle y sus fuertes brazos rodeaban mi cintura acorralandome cada vez más cerca de él. Una de mis manos jugaba con su pelo y la otra acariciaba su mejilla.

A los treinta segundos, tuvimos que separarnos por la falta de aire. Sentí como una hermosa sonrisa volvió a aparecer en su rostro a pocos centímetros de la mía.

-Te heché de menos.-susurró.
-No más que yo.-dije en el mismo tono que él.


sábado, 3 de mayo de 2014

Capítulo 8: "Te quiero".



 --Narra Zayn--

No quería hacerla daño, ni lo más mínimo, pero se había ido, no sabía a donde, no sabía a donde iría, pero confiaba en que estuviera bien. Porque si le llegara a pasar algo, no sabría cómo seguir sonriendo, porque ella es el único motivo por el que lo hago. Gracias a ella, sé lo que es la "felicidad" desde que mi padre nos dejó.
Si ella supiera que el que había empezado a pegarme fue él, que yo le había hecho caso, que yo no me peleé con él. Si supiera que sus deseos son ordenes y que por una sonrisa suya, sería capaz de bajarle la luna y cada una de las estrellas. Estaba sentado y sentí como alguien detrás mía me empuja hacia adelante y sin esperarmelo, golpea mi cara. Y así, empezó todo.

Corrí por aquella calle con la esperanza de encontrarla por algún lado, en algún semáforo o dentro de algún coche o tienda, pero no había rastro de ella. La había perdido de vista, lo que era raro, ya que había salido justo hace uno o dos minutos, debería estar muy cerca.

-¿Aún buscas a tu princesita, Romeo?-preguntó Alejandro detrás mía.
-Por favor, no tengo nada contra tí, vete de aquí.-pedí.
-Te ayudaré a buscarla.-dijo él con voz seria. ¿En serio me ayudaría? Me da a mí, que detrás de esos ojos verdes y de esos músculos que mostraba, había un corazón sensible. O eso, o entre él y Raquel, hubo o hay algo.
-Gracias.-dije.

Comenzamos a buscar por cada lado de la ciudad, pero no había rastro de ella, me estaba empezando a preocupar demasiado, ¿y si no la encontrabamos? ¿y si le había pasado algo?

-¿Estará en su casa?-
preguntó Alejandro.
-Tiene que volver a clase dentro de unos minutos, dudo que esté allí.
-Es cierto.
-¿Qué hacemos?
-¿Y si miramos si mañana llega a clase? Si no viene, es que ha pasado algo y entonces llamaremos a la policía.
-De acuerdo.
-Rezemos por ella-dijo él.
-Así es.-dije.

Volvimos a clase los dos y cada uno se puso en su respectivo asiento. Estaba aún nervioso, ¿donde estaría? ¿En serio le había afectado tanto que peleara con Alejandro? Daría lo que fuera por haber evitado esa pelea o simplemente, evitado que se fuera de mi lado. A Alejandro se le notaba preocupado también. No sabía el motivo, y eso era uno de los problemas de los que me ocuparía de averiguar en cuanto supiera dónde estaba ella.

Pasaron lentamente las tres horas siguientes y pude salir de allí. Llegué a casa y lo único que hize fue preguntarme donde estaba aquella preciosa princesa de la que tanto estoy notando su asencia. No era posible que necesitara tanto a alguien. Pensaba que a lo mejor estaría de verdad en su casa, habría ido con alguna amiga a su casa...

-Espera.-dije en voz alta sin darme cuenta mirando sorprendido a un punto fijo.
-¿Qué pasa, hijo?-preguntó mi madre sorprendida.
-Mamá, ¿dónde está papá?
-Se quedó en casa, hijo. Pensaba que lo sabías.
-Sí, lo sé, pero, ¿no habrá podido volver aquí?
-¿Por qué preguntas, cariño?
-Una amiga del colegio, hoy en el recreo, se fue al verme pelear con un niño...
-¿Qué peleastes con un chico?-preguntó histérica mi madre.
-Sí, mamá, no importa. Estoy bien. El caso es que se fue y no ha vuelto, no la vemos por ningún lado y sólo se me ocurre...
-Piensas que es tu padre. -terminó la frase mi madre.
-Exacto.
-Cariño, tu padre está lejos de aquí, dudo mucho que haiga vuelto.
-Sabes que siempre ha querido vernos sufrir.
-Lo sé, pero a ver, suponte que la haiga secuestrado. ¿Por qué iba a hacerlo? Debería ser algo que te importase. A no ser que...-supuso ella mirandome. De repente, noté como mis mejillas se enrojecieron.- Oh, cariño, te importa mucho esa chica, ¿no?-se enterneció mi madre.
-Sí, mamá. Por eso necesito encontrarla.
-La encontrarás, hijo. Estoy seguro y cuando la encuentres, me la debes presentar.
-¿Y si no la encuentro?-pregunte.
-No estará muy lejos, si ha salido del colegio, a lo mejor estará en alguna tienda o en su casa, ¿la habéis llamado?
-No tengo su número.
-Bueno, digo yo que alguna amiga debe de tenerlo, si no, ¿sabes donde vive, no?
-Sí, mamá.
-Mira, si mañana no viene a clase, ya veremos lo que haremos, ¿de acuerdo?
-Gracias mamá.-agradecí. Mi madre me entendía, no quería que le pasara lo mismo que a ella en el amor, me ayudaba y se interesaba por las amigas y chicas que aparecían en mi vida, pero desde que apareció ella, ninguna de ellas, podría compararse, ni mucho menos lo que siento por ella. Necesito encontrarla.

--Narra Raquel --

Pasé la noche en aquella vieja habitación, todo era tan oscuro, el olor era a polvo y todo era antiguo, se notaba que hacía tiempo que no veía a esta casa. Tenía tantas ganas de que Zayn entrara por aquella puerta y me encontrara, que me llevara lejos de aquí. Pero sabía que eso era tan imposible como que vinieran unos alienígenas y me llevaran al espacio ahora mismo.
 Sentí unos pasos acercarse hacia la habitación, escuché el ruido del cerrojo de la puerta abrirse y allí estaba, el padre de la persona que más necesito ahora mismo.

-Buenos días.-dijo él.
-No son para nada "buenos".-dije.
-Deja de hacerte la víctima y baja a desayunar.
-Es que soy la víctima, por si no lo has notado soy yo la que está secuestrada.
-Baja a desayunar.-dijo con tono serio.

Así lo hize, baje abajo, sin ánimos. No había dormido en toda la noche, estaba cansada, mis ojeras se notaban a kilómetros. Sentía que esto sólo era el comienzo. Me senté en aquella mesa y tomé aquel vaso de leche.
No conseguía entender por qué después de todo, después de haberme secuestrado, se tomaba la molestia de darme de comer. Lo único que me límite a hacer fue terminar aquel vaso y subir a mi cuarto. No tenía ni idea de lo que haría el resto de días que estaría allí encerrada y menos si pasaría allí encerrada lo que me quedaba de vida. Estaba aún más encerrada de lo normal, y no sabía que hacer. Esto es un infierno.

-- Narra Zayn --

Se hizo de día. Lo noté por aquellos rayos de sol que salían de mi pequeña ventana e impactaban en mi cara. Me levanté rapidamente mirando el reloj, llegaría tarde, necesitaba ver si Raquel había llegado o no al colegio, para saber si debía preocuparme seriamente o no. Me puse la ropa y desayuné rápido. Mi madre estaba trabajando así que debía ir caminando. 

Llegué lo más rápido y entré a clase.

-Ps.-me llamaron. Yo giré mi cabeza para localizar a la persona que me llamaba.- Ps.-volvió a hacerlo. A los pocos segundos siguientes divisé a Alejandro mirandome.
-Alejandro.
-Zayn, ¿alguna señal de ella?
-Ninguna, ¿la has visto llegar?-pregunté.
-No, esperemos al recreo.-dijo él.

Veía como las manillas del reloj pasaban lentamente, segundo a segundo, minuto a minuto, y lo único que pedía era que ella estuviera bien, que estuviera en algún lado a salvo, a salvo de mi padre, a salvo de todo. Sólo quiero estar a su lado. Si ella supiera lo que daría por haber impedido aquella pelea y tenerla aquí a mi lado.

Y sin esperarlo, suena la sirena, que indicaba la hora del recreo. Alejandro y yo nos miramos cómplicesy salimos rápidamente de aquella aula con esperanzas de encontrar a la mujer de mi vida allí a fuera.
Alejandro miró por los baños, yo mire por el campo de fútbol, y no estaba en ningún lado.

-¿A quién buscáis?-preguntó la amiga de Raquel, Valentina, acercandose a mí, lo que hizo que me alejara.
-A Raquel, ¿sabes dónde podría estar?
-La última vez que la ví se iba por la calle de atrás a quien sabe dónde. -rió ella y se acercó más a mí. Me volví a alejar.
-Vale, gracias.-dije y me fuí hacia donde estaba Alejandro.
-No está por ningún lado.-me dijo él.
-Dice Valentina que la última vez la vió por la calle de atrás.
-Tío, a lo mejor está en casa con la tía.
-Dudo que prefiera estar en su casa con su tía.
-Ya-suspiró- Pero, y si no está en el instituto y tampoco está en su casa, ¿dónde podría estar?
-Creo que yo me hago una idea-dije corriendo.
-¿A dónde vas?- preguntó.
-Ahora vengo.-grité para que me escuchara.

Me dirigí a una de estas calles a ver si encontraba lo que buscaba, pero no lo encontraba. Estaba decidido, por primera vez en todos estos años, iba a hacerlo.



-- Narra Raquel --

Estaba aún encerrada en aquella vieja habitación, sin tener ni idea de lo que haría el resto de mi vida, si seguiría allí encerrada o alguien se atrevería a aparecer y rescatarme. Pero sabía que eso era imposible, no pretendía que fuera el mismo cuento de Rapunzel, pero necesitaba que apareciera él.

-¿Qué haces aquí? Te dije que no vinieras.-gritó el padre de Zayn. Aún no sabía su nombre. ¿A quién le estaría gritando? ¿Sería Zayn? Mi corazón comenzó a latir fuertemente y desesperada por saber la respuesta puse mi oído en la puerta.
-No tenía otro sitio a dónde ir.-dijo él. No, no era Zayn, reconocería su voz a kilómetros.
-Vete de mi vista, no quiero verte.-volvió a gritar.
-No tengo a donde ir.-repitió.
-¡Qué te vayas!
-¿Dónde está la chica?
-Arriba, encerrada. Ve con ella, a ver si la diviertes un rato.-dijo. De repente, mi corazón comenzó a latir fuertemente, me hice hacia atrás y me senté en el suelo para que no se dieran cuenta de que estaba escuchando la conversación.
Mis nervios fueron mayores cuando oí el ruido de la manecilla de la puerta abrirse y ví a un chico alto, moreno y sonrisa hermosa.

-Hola.-saludó él. Era bastante guapo.
-Hola.-le devolví el saludo.
-¿Cómo te llamas?-preguntó sentandose en el suelo tras haber cerrado la puerta.
-Creo que eso es lo menos que te interesa ahora.-dije.
-Guapa y con actitud, me encanta.-rió él. Y fue entonces cuando le miré a los ojos, tenía una sonrisa preciosa y seductora. De repente, el corazón comenzó a sonarme fuertemente y creo que no a mí sola, porque de no ser así, no me hubiera mirado de aquella manera.
-Sólo con actitud.
-Y preciosa, también.-dijo él convencido.
-Eso no.
-Oh, venga, sonríe. -pidió.
-¿Por qué quieres que sonría?
-Porque si me pareces hermosa sin sonreír, me imagino cuando lo hagas.-dijo él.
-No le regalo sonrisas a cualquiera.-contesté.
-A ver, ¿y qué tengo que hacer para que me sonrías?
-Sacarme de esta casa.
-Va a ser un poco difícil creo yo.-rió.
-Pues dime, ¿quién eres y por qué estas aquí?
-Soy sobrino de John.
-¿Quién es John?
-El hombre de abajo.
-Espera, ¿eres primo de Zayn?-pregunté.
-Si. ¿Por qué tanto asombro?-no contesté, sólo agaché la cabeza.-Oh, ya entiendo. Tú y él...
-No. -le interrumpí. No quería que se hiciera falsas ideas.
-¿Entonces? ¿De qué lo conoces?
-Está conmigo en el instituto, sólo eso.-me limité a responder.
-¿Sólo eso? Yo creo que ahí hay más que ser compañeros.-dijo él cogiendome del mentón para mirarme mejor. Yo quité su mano de mi barbilla y le miré seria.
-Creo que eso tampoco te interesa.
-Si te pones nerviosa, me das a entender que lo que digo es cierto.-dijo. Tenía razón. Pero, ¿cómo quería que estuviera?
-¿Cómo quieres que esté si sólo sabes hacer preguntas estúpidas?
-Oh, perdón por no preguntarte cuál es tu clase de perro favorito, es que mis preguntas son muy absurdas.-dijo con sarcasmo, haciendo que los dos soltáramos unas carcajadas.
-Lo siento.
-No tienes por qué pedirme perdón.
-¿Qué haces aquí?-pregunté.
-Supongo que escuchastes la conversación tan emotiva que tuve con John, ¿no?-preguntó aún con sarcasmo en sus palabras y yo sonreí después de asentir.
-Sí, no pude evitar escucharla.-admití.
-Pues la verdad, que el nunca me ha aceptado en la familia, tampoco Zayn. Ellos me odian, siempre me han tratado como basura.-explicó. ¿En serio Zayn le odiaba a él? No me esperaba eso de él, no podía ser cierto.
-¿Por qué te odiaban?-pregunté interesada.
-Porque nunca han soportado que quiera arruinarle los planes de secuestro a varias chicas.-dije y solté una carcajada.
-Imposible. Zayn no es de esos chicos.-lo defendí. Sinceramente, lo defendería como si de mi vida se tratase.
-¿No? -soltó una carcajada. -¿En serio te crees aquella charla que te dió John? Todo aquello de que lo maltrataba y que sólo quería quitarle lo que más le importaba en su vida. -volvió a reír irónico.
-Sonó muy convincente, además, ¿por qué me iba a mentir? -pregunté. Entonces fue cuando me hizo dudar, dudar de todo lo que había pasado entre Zayn y yo, todo lo que me había dicho, los momentos en los que su sonrisa era tan sincera, que podía saber lo que le pasaba realmente. ¿En serio era tan buen actor como para engañarme de esta manera?
-Pensarás que será imposible que Zayn haya hecho eso, pero tu forma de pensar puede cambiar en cuánto te diga algo.-se levantó. Le paré agarrándole del brazo y volvió a sentarse.
-Dímelo.
-Piensa que no eres la única chica enamorada de Zayn que ha estado en esta habitación secuestrada.-dijo aquel chico.

Mi corazón se paró. Sentía ganas de escaparme y huir del mundo sin importar cuantas veces chocara contra el suelo. Sólo quería esconderme, de él, de todos, del mundo. ¿En serio Zayn podía haber hecho una cosa así? Engañar a más de una chica, enamorarla... No, no estaba enamorada, es decir, hacerlas sentir bien, protegerlas... Y luego, su padre la secuestra haciendole pensar a cada chica, que la víctima de todo es Zayn.
Ese era su plan desde el principio. Hacerme sufrir. Enamorarme y ... ¡Mierda! Es decir, hacerme sentir la chica más especial del mundo, y esperar un momento perfecto para hacerme sufrir.

Todo lo que una vez dijo, todas las veces que dijo lo mucho que me quería, todo lo que una vez prometió. Todo era una mentira.

-¿Qué ha hecho John con las demás chicas?-pregunté.
-Ya hace tiempo que no secuestran a ninguna. Les he intentado convencer para que dejen de hacerlo, pero, se nota que ellos no conocen los sentimientos de una persona. -dijo él con pena en su rostro.
-No puedo creer que Zayn sea así.-suspiré aguantando las ganas de llorar.
-Ninguna lo creía, todas decían lo mismo, "me decía que me quería, que era la única, que me quería y que era hermosa tal y como soy". Pero lo peor de todo esto, es que se creían las mentiras que él contaba.-Te dejo sola, supongo que querrás estarlo después de esto.-dijo él.
-Aún no sé tu nombre.
-Nash, Nash Grier. 

Capítulo 9: "Te quiero".


Momentos vinieron a la cabeza como si los estuviera viviendolos de nuevo, las palabras rebotaban en mí como piedras y no podía evitar que las lágrimas salieran una a una de mis ojos.

"-¿Eso quieres?¿Ser solo conocidos?
-Estamos mejor así, tú a tu lado y yo al mío-respondí.
-No te hagas la dura.
-Lo soy.
-No lo eres, eres débil, solo intentas aparentar ser fuerte para que no puedan hacerte daño. Sé lo que es eso- contestó."

" Eres tonta.
-Seguro que saco más nota que tú en todas las asignaturas.
-Imposible.
-¿Apostamos?
-Venga, si gano yo, me debes un beso. Y si ganas tú, me debes un beso-dijo él. -Perdón, no quería molestarte, solo era..
-No, no pasa nada. Esta bien.
-¿Apuestas?
-No.
-¿Por qué?
-Por que de las dos maneras ganas tú-reí.
-Porque no quiero arriesgarme-dijo él.

Recuerdo cómo el ruido de los árboles se escuchaba chocando contra los árboles, era hermoso. La luz del sol, hacían que sus ojos brillaran, y mi pelo resplandeciera.

-¿Arriesgarte por qué?
-Por que de verdad, quiero ese beso."


"-No hay nadie perfecto en el mundo.- dije. Pero yo sabía perfectamente que eso era mentira. ¿Y sabéis por qué?, por que hace unas semanas, pensaba justamente eso. Pero luego, me sonrió, y hasta ese momento, ya no sé qué pensar.
-Tú y yo sabemos que eso no es cierto.
-Sí, lo es. Nadie es perfecto. Todas y cada una de las personas tienen fallos y cometen errores. Es imposible que nadie nunca los cometa. Es algo que ocurre y ya está.
-Pero los fallos y los errores hacen la persona que eres. Y así como eres, eres diferente a las demás.
-¿Eso es malo, no?
-Al contrario. Significa que nunca ví a nadie como tú. Que últimamente lo único en lo que piensan las chicas de hoy es en creerse mejor que las demás cuando en realidad no son nada. Que creen que insultando a las demás personas, son mejores que ellas. Que creen que pueden poner una etiqueta a la vida de las demás personas. Y no es así. Y tú eres diferente, eres tímida, callada. Esa chica que se hace la fuerte, aunque sea más frágil que un jarrón de cristal. Crees que la gente siempre va a intentar romperte. Pero lo que no sabes es que ahí voy a estar yo, para que nadie lo haga. Así que cuando estés cansada, cuando sientas que no puedes más. Cuando creas que nada vale la pena. Aquí estoy yo. Porque nada ni nadie, va a quitarte esa sonrisa, ¿entendido?"



Todos y cada uno de estos momentos que recordaba y que guardaría por siempre, son los que hacían que pensara que todo era mentira, que él era real, que todo lo que habíamos vivido, que todas aquellas palabras eran ciertas, que Dios lo había enviado para que me salvara de mí misma, para que me ayudara a no caer sola.

-Nash, no te vayas.-pedí. Necesitaba a alguien a mi lado ahora mismo.
-¿Quieres que me quede?-preguntó asombrado. Sus ojos azules me ponían tan nerviosa cada vez que me miraban. Yo sólo asentí.
 -Ven.-dijo señalando el sitio que estaba al lado de él en la cama que había. Yo me senté dónde él indicó y me rodeó la cintura con su brazo. Yo apoyé mi cabeza en su pecho y así nos quedamos durante unos minutos, en un gran silencio. Pero no esos silencios incómodos, era bastante agradable. Lo necesitaba.
Pero una lágrima cayó por mi mejilla, y al parecer él lo notó y me miró fijamente.

-No llores, por favor.-pidió.
-No puedo hacer eso.-dije.
-Si puedes, sólo intentalo. Olvida lo que él dijo, lo que él hizo, todo lo malo que hizo el tu vida, todas las mentiras que creíste..
-Entonces, ¿no crees que él vaya a venir rescatarme nunca?-pregunté.
-No creo, cariño. Si te digo la verdad, sabiendo como es mi primo, ahora mismo estará con otra chica, engañandola como hizo contigo.


--Narra Zayn--

Por fin haría algo que nunca creería que volvería a hacer nunca. Me armé de valor y cogí el teléfono que había en la calle, y llamé. Mejor dicho, le llamé. Esperé a que el pitido cesase y cogió el teléfono.

-¿Quién es?-preguntó cabreado. Pensaba que nunca más escucharía su voz, pensaba que nunca más lo volvería a escuchar, jamás. Pero sabía lo que tenía que hacer.
-¿Dónde está?-pregunté.
-¿Dónde está quién? Dime quien eres.-preguntó esta vez molesto.
-Sabes perfectamente quien soy, papá.-contesté y se quedó callado por unos segundos hasta que me arté de esperar a que me contestara, seguramente, no se lo esperaba.- Te he hecho una pregunta.
-Ah, hijo, eres tú.-rió cínicamente. -Si preguntas por la chica, te hecha mucho de menos.
-Quiero que sepas que no vas a hacerme la vida un infierno como lo hiciste cuando era pequeño, porque la encontraré, si, como has oído, la encontraré y a tí también, y pagarás por todo lo que me has hecho.-contesté.
-Si te acercas a nosotros, yo me encargaré personalmente de matarte.-dijo él. Yo ya estaba acostumbrado a aquel tipo de amenazas que provenían de mi padre.
-Podrás matarme, pero deja que ella viva.-pedí.
-Hize bien en secuestrarla a ella.-rió cínicamente.
-¿Por qué lo hiciste?
-Porque sabía que era lo que más te importaba en la vida.- respondió dejandome de piedra mirándo a todos lados por si había alguien escuchando la conversación.
-¿Cómo sabes tú eso?-pregunté.
-Digamos que estos años no he estado tan lejos de tí como tu crees.-rió de nuevo.
-¿Por qué?
-¿Por qué qué?-preguntó sin entender.
-¿Por qué siempre me has querido hacer la vida imposible? ¿Qué te hice? ¿Tanta decepción te dí cuando me viste nacer? ¿En serio fuí para tí una carga para tí todos estos años? - necesitaba preguntarlo, fueron tantas preguntas, pero sentía que por muchos años que pasaran, nunca tendría la respuesta a ninguna. Solamente me limité a oír el pitido que indicaba que la llamada había terminado y con algunas lágrimas en mis ojos colgé el teléfono.

-Sí, lo fuí.-susurré.

-- Narra Raquel --

Desperté gracias a una suave caricia rozar mi mejilla. Abrí los ojos poco a poco y encontré a pocos milímetros de mí sus ojos azules. Esa forma que tenía de mirar, y esa sonrisa que ponía.. Simplemente, lo hace a posta.

-Buenos días preciosa.-me sonrió soltándo aire por la nariz haciendo que me sonrojara. ¿Buenos días? ¿Había dormido toda la noche en su pecho?
-Buenos días.
-¿Cómo has dormido?
-Bien.-sonreí.

"Por que dormí encima de tu pecho, sin nombrar tus marcados abdominales." pensé. No, no era por eso. Bueno, en parte sí. La mayoría. El 80%. Casi el 99%.

-Me alegro.-rió él.
-Supongo que ahora te irás y bueno, pasaré el resto de mi vida aquí, encerrada, sola.-dije.
-No, me quedaré contigo.-dijo.
-¿En serio? John no te dejará.
-No tiene por qué enterarse, además, tendremos tiempo para conocernos mejor. 
-Tienes razón.-reí y me puse nerviosa al ver la poca distancia que quedaba entre nuestros labios.
-Tienes unos ojos preciosos.-dijo- ¿Pero sabes lo que más me gusta de ellos? Que puedo ver lo que pasa a través de ellos, veo como te sientes, y sobre todo, cuando me miras, no veo mi reflejo, lo veo a él.

Me quedé callada por unos segundos y observé como suspiraba y miraba al suelo, sentía la tristeza en todo lo que hacía. Sentía que no mentía, que podía confiarle mi vida y el la protegería como is se tratase de la suya. Ví como se levantaba de la cama y buscaba algo en un ropero.

-¿Qué buscas?-pregunté.  Él simplemente no contestó. Encontró dentro de el como la madera tenía un tablón suelto y lo sacó colocandolo en el suelo. Era como un compartimento secreto. De él sacó una caja pequeña de color azul y me miró mientras la abría.
-Este collar era de mi madre, lo guardé aquí cuando ella murió. Siempre me recuerda a cuando me pedía que se lo pusiera en el cuello cada vez que iba a salir, me recuerda al perfume que se ponía cada tarde, me recuerda a ella. Lo escondí aquí porque sabía que nadie lo encontraría.
-Lo siento mucho, Nash.-dije.
-No lo sientas, no es tu culpa. Sólo quiero que te lo quedes.-pidió. Yo negué rápidamente con la cabeza.- Por favor, sólo quiero que te lo quedes, contigo estará seguro.
-No puedo quedarmelo Nash, es de tu familia.-contesté. Él se acercó hacía a mí.
-Quiero que este precioso collar, lo lleve alguien que es aún más hermoso.-susurro a unos milímetros de mi cuello. Yo no pude evitar sentir un escalofrío por mi espalda.-Date la vuelta.-pidió y yo así lo hice, él apartó mi cabello hacia un lado de mi cuello y colocó el collar perfectamente. Me estremecía cada vez que su mano rozaba con su piel, tan suavemente.

Me giré para verle mejor y él me dedicó una sonrisa. De repente, sentí como se acercaba lentamente hacia mis labios. En unos segundos, la distancia que quedaba entre ellos era de milímetros.

-¿Qué va a pasar?-pregunté interrumpiendo el momento.
-¿Cuándo?-pregunto aún a milímetros de rozar mis labios.
-Cuando te vayas.-terminé la frase.
-Nunca me ire.-contestó.
-¿Cómo estas tan seguro? Si John descubre que aún sigues aquí, nos meteremos en un buen lío. Además, no puedo huir de aquí.-dije.
-Todo estará bien, tranquila.-intentó animarme.
-No, no todo va a estar bien, ¿no lo entiendes?, John puede matarte si te descubre, y no quiero pasar toda mi vida aquí.
-Pero la pasaremos juntos.-dijo él.

Creo que no entendía. No entendía que si no salgo de esta casa, pasaré el resto de mi vida, encerrada. Encerrada en cuatro paredes. Sin saber qué hacer, a donde ir, ni siquiera, qué haré en toda mi vida. Perderé el tiempo de graduarme, de tener un trabajo, de independizarme, de descubrir el mundo por mí sola, mediante mis propios pasos. Perderé el tiempo de encontrar alguien que de verdad me quiera, y con él, formar una familia, juntos. Perderé el tiempo de vivir mi vida.

-Te conosco desde hace menos de un día, ¿y eres capaz de decidir que quieres pasar tu vida a mi lado?-pregunté irónica.
-¿Sabes por qué? -preguntó. Yo negué con la cabeza. Entonces, cogió mi mentón y me miró fijamente. El brillo de sus ojos era único. - Porque me he pasado la vida buscando a la chica perfecta, una chica que me demuestre que no tiene el mínimo interés por sus uñas, por vestir bien o por si la gente la ve guapa o no. Me he pasado buscando a la chica que sepa lo que quiere hacer en la vida sin que su pasado le atormente. Que me demuestre que es capaz de amar de verdad a alguien sin que no sea ella misma o su espejo. Me he pasado la vida diciendome que sería imposible encontrar a alguien así, pero te encontré a tí.-dijo él. Sentí como sus labios habían rozado junto a los míos creando una conección jamás vista. Pero, fue entonces cuando me aparté de él. No podía hacerlo.
-No puedo.-susurré. Él me miró confuso.- Lo siento.
-Lo sabía.-dijo.- Sabía que nunca te ibas a olvidar de Zayn.
-No es por él.

"Sí, es por él" pensé.

-Entonces, ¿por qué es?- preguntó.
-Porque aún no sé nada de tí, no te conosco, sólo te he visto y ya me besas, ¿sabes lo raro que suena eso?
-Lo sé. Pero... Déjalo, no lo entenderías.-acabó la frase.
-Dímelo.-pedí.

Quería saber el por qué. Por qué quería conocerme, saber quien era y mi historia. Quería saber cuánto significaba para él que me acercara más a él y por qué realmente le interesaba tanto. ¿Querría algo de mí? ¿Querría utilizarme o solamente decía la verdad sobre que de verdad había encontrado a la chica que él necesitaba en su vida? Miles de preguntas circulaban por mi mente y no conseguía ninguna respuesta.

-Sé que siempre va a estar él, siempre, en tu mente, en tu corazón, aunque intente borrar todas las mentiras que él te dijo, siempre va a estar lo bien que te hizo sentir esas palabras. Aunque intenté hacer que le olvides, lo único que haré es recordartelo aún más. Y lo peor de todo, es que recordarás todo lo que te dijo, y tú y yo sabemos que todo fue una mentira.-dijo él. Yo solamente, me levanté y me acosté en aquella incómoda cama para intentar dormir. Él sólo suspiró y se sentó en ella. Yo me limité a cerrar los ojos. Esas palabras me habían dolido como una estaca en el corazón. No sabía qué pensar. Todo me daba vueltas, preguntas pasaban por mi mente, y no podía responderlas.

Nash, me ayudó. Me ayudó a comprender la realidad de las cosas. No es fácil asimilar todo lo que él dijo, aún no sabía si era real, si era mentira o si sólo quería ayudarme. Sus palabras fueron tan claras, tan reales. Todo encajaba a la perfección. Sus ojos me decían que todo estaría bien, que decía la verdad. Su sonrisa hacía que creyera en él incluso teniendo los ojos cerrados.

Zayn, me hizo sonreir, me hizo creer en mí, me hizo sentir la persona más feliz de la historia solamente cuando él estaba a mi lado. Siempre me había sentido estúpida, una idiota atrapada en el recuerdo de una niña de siete años. Nunca pude confiar en alguien, en que alguien viniera, se sentara a mi lado y me dirigiera la palabra, pero él lo hizo. Me hizo sonreír, me hizo reír. Después de tantos años, él fue el que me hizo sacar la primera sonrisa de mis labios. Después de tanto tiempo, él fue la única persona que se preocupo por si estaba bien, se preocupó por saber cómo estaba. Él me hizo fuerte y eso nunca lo olvidaré. 

Solo tenía una gran duda, una que me comía la cabeza. Una que aún no tenía respuesta y que me costará mucho responder... ¿Nash o Zayn?


domingo, 23 de marzo de 2014

Capítulo 7: "Te quiero."

Me marché de aquel sitio sin mirar atrás y sin mirar a donde iba, sólo quería relajarme, dejar de pensar en lo que acababa de pasar justo delante de mis ojos. No sabía a donde me dirigía, tampoco era que me importase, como si me perdía en un bosque y no volvía jamás. Me daba cuenta de que la calle estaba desierta de que no pasaba nadie, pero mejor, así podría relajarme mejor. ¿Pero cómo puede haberse peleado con Cody cuando le dije que no lo hiciera? Se lo advertí por su propio bien.

De repente, algo o más bien, alguien interrumpió mis pensamientos. Sentí como me tapaba la boca con su mano haciendo que me fuera imposible gritar, llevaba una fina toallita pequeña que envolvía la zona de mi nariz y mi boca. Quería huir, pero sus fuertes brazos me hacían imposible hacerlo. Lo último que recuerdo era como mis pies me dejaron caer en el suelo y mi corazón latía lentamente. Sí, había sido secuestrada.

--10 minutos después--

El ruido de un coche me despierta, pero no consigo ver nada. ¿Estaba en el maletero? ¿Qué demonios hacía en el maletero de un coche? El motor se para y la persona que lo conducía abrió la puerta y se dirigió a la parte trasera. Esta era mi oportunidad. "Hazte la dormida" "Cuando te saque de aquí, será tu oportunidad", pensaba en mi cabeza.
Abrió la puerta y me hize la dormida. Pero, sentí como él reía al mirarme, ¿qué le hacía risa?

-Venga, preciosa, sé que estas despierta. Sólo dura unos minutos, es imposible que estes dormida.-dijo él. Fue entonces cuando abrí los ojos poco a poco y lo ví. Era un hombre, mayor, de unos 45 años, era moreno, alto, su cara me sonaba familiar, pero aún no sabía quien era.
-Reconosco que eres inteligente, pero no puedes jugarmela tan fácilmente, preciosa- volvió a hablar él, seguro de sí mismo.
-¿Quien eres?-pregunté.
-¿Segura que quieres saber la respuesta?
-Entonces no lo preguntaría, ¿no crees?
-A mí no me hables así. A partir de ahora, me llamarás "señor" y me respetarás.
-No voy a hacer ninguna de esas dos cosas, tú no eres nadie para secuestrarme y pedir a cambio, que te respete.- dije- Entonces fue cuando su mano rozó mi mejilla tan fuertemente como una piedra.
-Te he dicho que no me hables así, preciosa.- dijo. Yo me límite a tocar mi mejilla suavemente, me ardía. Esta vez, no había sido como cuando mi tía me pegaba, él era más fuerte que ella. -Vámonos.
-Yo no voy a ningún lado.-dije. Me encontraba en una casa enorme, apartada de la ciudad.
-Como quieras, no podrás irte de aquí, y menos gritar, estamos a kilómetros de la ciudad, dudo que alguien te escuche.-rió él. ¿Le parecía gracioso?
-¿Por qué no me deja en paz?
-Porque eso no es divertido.
-¿Le parece divertido ver como la gente sufre por su causa? ¿Le parece gracioso que la gente se aparte de su vida, su familia, sus amigos por que a usted le haga gracia?
-No tienes familia, preciosa. Tú y yo sabemos perfectamente que tu familia está o muerta, o quiere verte muerta, que no tienes amigos, y que lo único que quieres hacer es irte lejos de todo, de tí. Por eso te ibas sin saber a donde, ¿cierto?- dijo él. ¿Cómo sabía todo eso? ¿Sabía toda mi historia? Algo en él y en sus palabras me hacía pensar que no me había secuestrado por ser la única chica sola de la calle, si no, por algo en concreto.
-¿Cómo.. Cómo sabe eso?-pregunté con la voz entrecortada.
-Sé más de lo que te imaginas.- contestó.
-Pero, ¿quién se lo ha contado, por qué?
-No te interesa saberlo.
-¿Me ha secuestrado por algo en concreto, verd...
-¡Te he dicho que no te interesa!-me gritó él. Yo me límite a callarme. -Vámonos, entra.

Me cogió fuertemente del brazo y entré junto a él a aquella vieja casa. Los cristales eran a prueba de golpes, era una casa pequeña, pero muy hogareña. Me subió a un pequeño cuarto y lo cerró con llave.

-Cuando sea la hora de la cena, abriré la puerta. No toques nada.-dijo desde fuera y oí cómo bajaba las escaleras una a una hasta llegar abajo.

Me tiré en el suelo con la única esperanza de romperme un pie o que hubiera un crital en él. Puse las manos en mi cabeza y comenzaron a salir lágrimas de mis ojos rápidamente, sin esperarmelo. Hace unos minutos lo único que quería, sólo era alejarme de aquel sitio, de él, de ellos, de todo lo que me hacía mal. Pero, ahora me doy cuenta de lo mucho que me hace falta. No, esos malos recuerdos. Si no, él. Me hace falta. Son estos momentos en los que lo necesito aquí cerca, que me diga que todo va a estar bien aunque sepa que no lo será. Que me sonría, porque es la única manera de que yo lo haga. Que me acaricie la mejilla, y me haga sentir una princesa, porque él es único que me hace ver lo bueno que hay en mí.
Sólo, lo necesito. No es una sensación que sepa explicar con palabras. No es algo que se pueda describir. Pero, sólo sé que cuando él está a mi lado, problemas como este, no son nada.

Pasaron unas horas y aún seguía aquí arriba, nunca me había sentido con tantas ganas de salir, de poder sonreír, de poder reír. Pero no os imáginais cuantas ganas tenía de poder volver al sitio donde estaba hace unas horas y poder dejarle hablar y explicarse. Poder perdonarle. Poder sentir su mirada en la mía.

-Baja ya, vamos a cenar.-dijo aquel hombre abriendo la puerta con el mínimo ruido. Yo le acompañé, sin decir ni una sola palabra. Me senté en una de las sillas de aquella mesa de la cocina y delante mía encontré un plato con arroz, sólo cogí el tenedor con miedo a que empezara a hablar, pero así fue.
-¿No vas a darme las gracias?
-Ah, sí, se me olvidaba, darte las gracias por haberme secuestrado contra mi voluntad y haberme traído a esta casa, aislada, sin poder volver a ver a mi tía, a mi perro ni volver a tener una vida normal. Gracias, eh, te debo la vida.-dije notando el sarcasmo en cada una de mis palabras.
-Hablo sobre haberte preparado la cena, imbécil. Vuelve a hablarme así y no volveras a comer nada de lo que te prepare y no será porque no lo cocine.-dijo él furioso.
-¿Por qué a mí? ¿Por qué me secuestrastes a mí?
-Te he repetido mil veces que no te importa.
-Sí me importa, quiero saberlo.
-¿Y tú para qué quieres volver a tener aquella vida? Tu tía te odiaba, no te dejaba hacer nada, te pegaba, tu único amigo era un perro, ¿sabes lo raro que suena eso?
-Es la única persona que me apoyó y estuvo a mi lado cuando mis padres murieron.-respondí.
-Es un perro.
-Pero tiene más sentimientos que un ser humano.
-No tenías amigos, y luego mi hijo era el único que te ayudó cuando se mudó aquí con su mad...
-Un momento, ¿tu hijo?-pregunté.
-Sí, ¿no te lo había dicho?
-¿El qué?
-Zayn, sí, Zayn Malik, es mi hijo.

Es decir, él era el padre de Zayn. ¿Le habría pedido él que me secuestrara? ¿Sería él un secuestrador como su padre? No entendía nada, sólo habían miles de preguntas que pasaban una tras otra en mi cabeza sin saber ni una respuesta de ninguna.

-¿Cómo puede...
-Desde pequeño, siempre le hize la vida imposible, nunca le quise, era un estorbo en mi vida, su madre nunca lo supo, hasta que cumplió los catorce años y tuvo la valentía de decirselo a su madre. Pasaron dos o tres años y comenzé a maltratar a su madre, y fue entonces cuando se mudaron aquí buscando paz. Pero, he vuelto. Y aunque él no me haiga visto, he estado observandolo, mirando todos sus pasos, mirando lo que era más importante para él, y te encontré a tí. Desde que sepa que te has ido y nunca más volverás, le haré la vida un infierno.- me había confesado todo.Todos sus pensamientos, y realmente nunca había escuchado unas palabras tan crueles y menos, de un padre. Nunca había visto que un padre odiara tanto a su hijo.

De repente aquellas ideas de que Zayn fuera el que le había pedido secuestrarme o que él lo era también, habían desaparecido de mi cabeza. Después de todo, no entiendo porque nunca quiso contarme que su padre nunca lo quiso, no sé porque me lo ocultó. Supongo que los mismos motivos que yo de ocultarle cosas de mi tía y de mis padres, tendría. Pero, después de todo, comprendí que no eramos tan diferentes el uno del otro.

-Aún hay algo que no entiendo.
-No te pido que entiendas. Me preguntastes que por qué te secuestré a tí, y ahí tienes la respuesta.-explicó.
-Sólo quiero saber, ¿por qué siempre has querido hacerle la vida un infierno? Es decir, es tu hijo.
-Es dificil de explicar.
-Tengo tiempo.-dije. Y qué verdad tan grande. Tenía todo el tiempo del mundo.
-Cuando su madre y yo eramos jóvenes, le dije que nunca quería tener hijos, pero ella tenía ilusiones de tener al menos uno, aquella noche tuvimos una gran discusión, pero a las pocas horas, se nos pasó y volvimos a hablarnos, entonces a las pocas semanas, me dió la noticia de que se había quedado embarazada y para mi sorpresa, no quiso abortar. Yo le insistía en que no sería un buen padre, y ella me respondía que nadie nacía naciendo buen padre, eso se aprendía con el paso del tiempo. Pero mi orgullo me llevó a querer que ella abortara a aquel bebé.
-¿No querías tener el orgullo de haber aprendido a ser padre y poder haberle enseñado a caminar, a hablar y haberlo llevado cada día a la escuela? ¿De haber crecido con él?
-Lo único que quería en ese momento era no tener a ese bebé, pero no pude hacer nada y fue cuando nació, desde aquel día, cuando él se quedaba conmigo, no sabía qué decirle o cómo tratarlo, así que decía cualquier cosa y él acababa llorando en su habitación.
-¿Qué edad tenía?
-Unos siete años.
-Igual que yo.-susurré yo.
-Supongo que serían los nervios, y el no saber cómo tratar a alguien lo que me llevó a hacerme el duro delante de él. Lo que más me molesta es no haberle podido pedir perdón y haber sido yo el que nos separara.
-¿Y por qué no lo haces ahora?
-Porque ya es demasiado tarde.-dijo levantandose de la mesa.
-No lo es. A puesto a que él aún sigue esperando a que le pidas perdón. No sabes lo que daría por que mi padre bajara del cielo para darme un abrazo y volver a encontrarnos. Él por dentro querrá volver a hablar contigo y recuperar el amor que desde pequeño le faltó.
-No puedo.-respondió.
-Si puedes, sólo que tu orgullo es más fuerte.
-¡Vete!-gritó él señalando las escaleras furioso.
-¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo?-pregunté sorprendida.
-No quiero seguir hablando de esto.- contestó. Yo subí aquellas escaleras y me encerré en aquella habitación, me tumbé en ella y decidí cerrar los ojos. Sólo quería al menos, haberle hecho pensar y haberle hecho recapacitar. Pero, con personas así era muy dificil.

Lo único que me quedaba por entender era, ¿por qué querría secuestrarme él a mí? ¿Sería verdad que yo era lo que más le importaba a él? ¿Sería cierto que no podría vivir sin mí?

martes, 18 de febrero de 2014

Capítulo 6: "Te quiero".

-¿Quién es?-susurró Zayn cubriendome. Protegiendome.
-¿Qué haces aquí?-rió aquel chico que recordaba perfectamente.
-La pregunta es, ¿qué haces tú aquí?¿No te habías ido?-pregunté yo sin entender nada. Me imagino cómo estaría Zayn.
-He vuelto-sonrió él travieso.
-¿Por qué?
-Te hechaba de menos, tonta.-dijo él revolviendome el pelo como si fuera un perro. Zayn cogió fuertemente su brazo y se puso en frente mía.
-Déjala en paz-dijo.
-No hace falta, Zayn..-susurré en su hombro. No era necesario que lo hiciera. Él podría pegarle y dejarle en el suelo sin piedad a Zayn, y no quería que eso pasara.
-Ya veo que tienes a un guardaespaldas que te protege, ¿no es así?-preguntó él soltando una risa sarcástica.
-Sí, ¿tienes algún problema?-saltó Zayn. En serio se estaba buscando una buena de parte de él. Sabía que no se controlaba y cuando lo enfadaban era capaz de todo.
-Eh, blancucho, no te alteres eh, aquí somos todos amigos.-dijo.
-Tú y yo no somos amigos.
-¿Ah sí?¿Quieres ir por ese camino?
-Eres tú el que ha venido aquí y busca que le revienten la cara-dijo Zayn.
-Zayn, no hace falta que...-pero era tarde. Zayn ya había recibido un puñetazo en la mejilla que hizo que sangrara.
-No te hagas el chico fuerte cuando no eres nada.-dijo aquel chico de pelo castaño y ojos verdes con la luz del sol y con un tono amarillo por la tarde. Merecía irse al infierno.
-Déjenlo ya. Basta.-pedí una vez más. Si seguían iban a acabar mal. Los dos.
-No te metas-exclamó.
Zayn no se quedó quieto y golpeó la cara de él en menos de un segundo y lo dejó en el suelo. Pero, ninguno de los dos se daba por vencido. ¿Por qué tanto interés en pelearse?
-¡Ya está he dicho, paren!-grité. Era como invisible. Ninguno de los dos me escuchaban.
-Lo hago por tí-dijo él levantandose del suelo y miró a Zayn con mala cara tocando la herida que le había hecho en la mejilla. La tenía bien merecida- Esto no acaba aquí.
-Venga, estaré esperando.-dijo Zayn. Aquel chico que creía haber quedado en mi pasado, se iba. Pero algo me decía que esto no había terminado. Que esto no sería tan fácil para nosotros. Que ahora que había vuelto, ya nada sería igual para ninguno de los dos. Había vuelto, y esta vez, más fuerte que nunca.

-¿Estás bien?-le pregunté quitandole con un pequeño pañuelo de mi bolsillo las manchas de sangre que tenía en la mejilla.
-Sí, estoy bien-contestó.- ¿Quién era ese tío?
-Un chico de mi infancia..-me limité a contestar. No quería que él supiera todo lo malo que me hizo pasar aquel chico. Fue horroroso. Creía que me había librado de él cuando se marchó con su madre. Pero no sé por qué, ha vuelto y ahora, no sé qué hacer.
-¿Cómo se llama?-siguió insistiendo.
-¿Por qué quieres saber más sobre este tema?
-Bueno, supongo que somos amigos y quiero que me cuentes por qué ese chico te trata tan mal. Te protegeré siempre, ¿recuerdas?-preguntó mirandome fijamente. Era más alto que yo, pero aún así podía ver como me sonreía.
-Cody.-contesté.
-¿Era amigo tuyo desde pequeña o qué pasó con él?-preguntó él.
-No exactamente. Estabamos juntos en clase. Él era como el chico perfecto para todas mis compañeras, siempre andaban detrás de él. Eramos amigos desde la guardería, pero el orgullo le hizo pasar una mala jugada. Empezó a creer que era el más guapo de sus amigos, luego de la clase y luego del colegio. Se reía de mí, me insultaba. Sus amigos llegaron a pegarme y una vez llegó a burlarse de la muerte de mis padres.
-Ese idiota. Le odio. Ya sabía yo que era una persona horrible. ¿Cómo puede reírse de tí? Y menos de la muerte de tus padres. Eso es no tener corazón.
-Espera, hay más.- él asintió y me dejó seguir- Una vez llegué a tener una amiga, y desde que empezó a salir con ella, dejó de serlo. Pero eso fue cuando eramos más pequeños. Desde entonces no suelo hablar con nadie.
-¿Y por qué se fue?
Era el típico chico al que se le daban genial los deportes. Lo llamaron para una liga de baloncesto en Londres y se mudó allí con su madre. -explicé.
-¿Y su padre?
-Están separados.
-¿Y por qué ha vuelto?
-Seguramente habrá terminado la liga o sólo quiera volver para hacerme la vida un asco.
-No te preocupes, siempre me vas a tener a tu lado. No te va a hacer daño.
-Eso es lo que tú crees, Alejandro es fuerte. Demasiado fuerte, si vuelven a pelearse, no va a poder controlarse. Puede que alguno de los dos acabe mal, y puede que ese, seas tú.
-No pasará nada. Si es por protegerte a tí, no me importa.-dijo cogiéndome de la mano suavemente. Su mano era delicada, suave. La sensación de volar estaba ahora sucendiendo en mi vida. Parecía como si estuvieramos volando en una nube. Él acercó su cara chocando su frente con la mía y sonrió soplando un poco de aire por su nariz. Su sonrisa era definitivamente mi droga. Veía como se acerca y ...
-Se está haciendo tarde-dije interrumpiendo aquel hermoso momento.
-Es verdad. Lo siento. Vámonos.- dijo él. La había fastidiado. Pero, sentía miedo. Mucho miedo. Era demasiado pronto, no quería ilusionarme con algo que mañana podrá estar en mi contra. ¿Y si todo lo que me dice es sólo para enamorarme?¿Y si se va como Alejandro o termina odiándome cómo él?. Muchas preguntas invadían mi mente y ninguna tenía una respuesta aún.
Después de unos cuántos minutos, conseguí llegar a mi portal. Me paré en frente de él, para subir las escaleras hacia la puerta pero él me interrumpió.

-Raquel-me llamó Zayn.
-Dime-dije dándome la vuelta para poder verle.
-Perdón.
-¿Perdón?¿Por qué?
-Sí, no debería de haber precipitado las cosas.
-No pasa nada. Es que no estoy acostumbrada.-dije haciendo unas pausas en algunos momentos de la frase.
-Entiendo-dijo suspirando.- Nos vemos mañana.
-Claro, adiós Zayn.
-Adiós Raquel.

Me despedí y entré a mi casa. Estaba cansada. Todo estaba pasando demasiado rápido para mi gusto. Pero ahora me esperaba lo peor. Mi tia.

-¿Raquel?¿Eres tú?-preguntó ella desde el salón.
-Sí, soy yo.
-¿Por qué has llegado a esta hora?-preguntó. ¿Y ahora qué le decía?, si le decía que había estado con Zayn, estaría muerta. No por ser él, si no por ser un chico.
-Es que...
-La verdad, jovencita. No quiero excusas inventadas.
-He ido con un amigo a un descampado.-contesté. Sabía que estaba corriendo el riesgo de que mi tía me partiera la cabeza en dos. Pero, no quería mentirle.
-¿Con un amigo?-preguntó ella. Yo cerré los ojos, me esperaba lo peor. Pero al abrirlos, me encontré con ella en frente mía, estaba calmada. No me esperaba para nada ese comportamiento de mi tía. -¿Por qué cierras los ojos?
-Me pensaba que me ibas a pega...
-¿A pegar?
-Sí- tragué saliva y la miré un poco aterrorisada.
-No, no voy a pegarte. Bueno, ¿y quién es ese chico?-preguntó ella interesada. Esto me parecía demasiado raro como para ser real.
-Se.. Se llama Zayn.-dije.
-¿Aquel chico que estuvo contigo en la comida de navidad?-yo asentí con la cabeza.- Es bastante guapo- sí, lo era. Yo reí por lo bajo.
-Supongo que sí.
-Bueno, vete a bañarte.-dijo mi tía. Estaba cambiada. No sé, más dulce.

Y así lo hice, me bañé y luego, me puse a hacer los deberes que habían marcado de literatura y matemáticas. Odiaba las matemáticas, aún sigo preguntandome que para qué me sirve saber cuál es la raíz de 16.
Pasaron las horas, y llegó la hora de irme a dormir, así que me despedí de mi tía y de Sam y me acosté.

|| Al día siguiente. ||

Me despertó mi vieja y ruidosa alarma. Me daba mucha pereza levantarme de la cama a estas horas, pero lo hize. Me lavé los dientes, me vestí y corrí a desayunar. Allí, tuve una corta conversación con mi tía y me despedí de ella y de Sam para salir corriendo al colegio, al que llegaría tarde.

Y así es, ya la señorita estaba dando álgebra y lo único que no quería es ser la atención de las miradas de la gente así que cogí asiento. Las horas pasaban lentamente sin piedad una tras otra. Era un infierno.
Pasó la media hora del recreo y no había visto a Zayn por ningún lado. ¿Dónde se había metido?¿Estaría castigado o estaría malo en su casa?. Era muy raro que haigamos estado ayer juntos y no hubiera venido a clase.

-Raquel.-exclamó Natalia, una de las mejores amiga de Valentina.
-¿Qué pasa?
-¿Lo has oído?, Zayn y Alejandro se están peleando en frente del baño de chicos.
-¿Qué?-exclamé aún sin creermelo.
-Sí.

Corrí inmediatamente hacia aquella dirección que ella me había dicho antes. Estaba desesperada. ¿No le había dicho a Zayn que no se acercara más a él?. Cody no mentía cuando dijo que eso no acababa a mí. Pero seré yo la que ponga punto y final a este asunto. No quiero que ninguno de los dos salga herido, ni por mí, ni por nadie.
Ví como Zayn estaba tirado en el suelo y Cody pegaba su mejilla sin ninguna compasión. No podía ver esto.

-¡Parad!-grité en medio de aquel montón de gente reunida sólo por verlos pelear. Los dos chicos tirados en el suelo, me miraron sorprendidos por aquel grito y pararon de golpearse en un instante.
-Raquel..-me llamó Zayn al verme.
-Te dije que te mantuvieras lejos de él.- le dije.
-Lo sé pero...
-No, no quiero hablar más de esto.
-Ves Raquel, no te hace caso. Deberías dejar a ese inútil tirado. Seguro que él ya ha dejado tiradas a muchas en este mes. -se entrometió Alejandro detrás de nosotros.
-No le escuches. Sólo quiere hacernos enfadar, Raquel yo...
-Pues lo ha conseguido.

Quería marcharme ya de aquel sitio. No quería verle, no sabía por qué. Bueno, realmente, me había defraudado, me había decepcionado. Y sí, sé que no tiene por qué hacerme caso. Pero le dije perfectamente que no debería de haberse metido con él. Le dije que acabaría mal. Pero, se ve que no me hace caso. Y sí, también sé que no debe de hacerme caso, porque no soy su madre ni nadie de gran autoridad sobre él, pero me importa que esté bien y que no le pase nada. Y sí, han oído bien. Me importa.

domingo, 16 de febrero de 2014

Capítulo 5: "Te quiero"

-¿Qué?-pregunté incrédula. ¿En serio acababa de pedirme que le besara?¿Él a mí?
-Perdona. No quería incomodarte para nada.- contestó él inmediatamente.
-No, no. Solo que no me esperaba...
-Sí, lo sé.
-Bueno, mejor me voy-dije yo dandome la vuelta para seguir mi largo camino hasta casa. A la cuál no quería llegar, seguro que mi tía me tenía preparada unas cuántas tareas para hacer durante la tarde.
Sentí cómo delicadamente tomó mi brazo, lo que hizo que no pudiera seguir caminando. Me giré y pude ver sus hermosos ojos mirándome fijamente. ¿Era un sueño?
-Espera-me pidió con una sonrisa traviesa en su rostro. -Quédate.
-Tengo que irme. Mi tía me estará esperando. Lo siento.
-¿Y qué pasa?, seguro que puede esperar, ¿no?-insistió él. Tramaba algo. Aquella mirada no era muy típica en chicos como él.
-¿Qué estás pensando?-pregunté con una sonrisa en mis labios.
-Quiero que sea una sorpresa, así que, si me haces el amable favor de seguirme.-dijo con una voz amable simulando ser todo un caballero agarrandome de la mano.
 -En serio, tengo que ir a mi casa. Mi tía me matará si llego tarde.-y no mentía. Volvía a llegar tarde como aquella vez y sería carne para los perros.
-Tú espera aquí.-pidió. Y así lo hize, suspiré resignada y esperé en medio de la acera a que él viniera. No venía y yo me desesperaba. ¿A donde diantres iría?
De la nada aparecen detras mía apoderandose de mi visión y tapando mis ojos con una fina toalla.
-¿Zayn?
-Sí, soy yo-rió detrás mía. Lo que me dió confianza.
-Me das miedo.
-No tengas miedo. No hay nada que temer.- dijo y tomó mi mano. Eso hizo que miles de emocionos corrieran por mi estómago de una manera inesperada. Corrían mariposas de un lado a otro y sentía como mis mejillas comenzaban a arder.
-No veo nada, Zayn.
-Esa era la intencion.-rió más fuerte. Aún sin ver nada, su risa hacía que confiara en mí misma. Me ayudaba a pensar que nada malo iba a pasar. Con él, estaba segura.
Caminamos durante un largo camino, mis pies se estaban cansando. Pero, por más que le preguntara dónde estabamos, él insistía en que sería sorpresa.
Destapó la pequeña toalla de mis ojos y los abrí delicadamente como si fuera la primera vez que los abría y pude ver aquel hermoso paisaje. Era un descampado, encima de una colina. Podía ver como el sol nos alumbraba desde allí arriba y sentir como el viento chocaba contra mi cabello. Se sentía tan bien. Era una sensación indescriptible.
-Zayn, es precioso.-me limité a decir. Cerré mis ojos y me concentré en mi respiración.
-Sabía que te gustaría.
-Me conoces muy bien cómo para solo haber hablado conmigo unas semanas.-dije.
De repente, siento como unas fuertes manos sujetan mi cintura elevandome casi al cielo. Abrí los ojos inmediatamente, buscando a aquel culpable que había interrumpido aquel momento. Y era él, con aquella perfecta sonrisa nadie podía enfadarse con él.
-Zayn, bájame.
-¿Y si no quiero qué pasa?-reía él. Sus fuertes brasos alrededor de mi cintura me hacían sentir protegida aunque estuviera al menos a un metro del suelo.
-Por favor, Zayn bájame, es peligroso-pedí una vez más. Era un cabezota.
-Me gusta lo peligroso.
-¿Y quieres que me mate, no?-pregunté.
-No, eso es lo último que quiero.
-Pues eso va a pasar si no me bajas ya.
Y me obedeció me dejó en el suelo suavemente y pude sentir como mis pies pisaban el suelo, como debía ser. Él volvió a reírse, lo que provocó una risa por parte mía y sin motivo alguno, acabamos los dos riendo en aquella colina.
-¿De qué nos reímos?-pregunté.
-De que eres una cobarde.
-¿Yo?¿Una cobarde?, serás tú una mala persona que hace pasar miedo a la gente encima de una colina.
-Yo no soy mala persona.
-Sí lo eres, admítelo.
-No lo soy, admite tú que eres una miedosa.
-¿Miedosa, yo?, he visto Scary Movie cinco veces. Supéralo.-dije.
-Pues yo ayudo a las personas necesitadas.
-¿En serio?-exclamé enternecida.
-No, pero quiero hacerlo-rió a carcajadas y al rato, después de haberle mirado mal, no pude evitar hacerlo yo también.
-Eres un idiota.
-¿Volvemos a empezar cómo hace un rato?
-No, gracias-reí.
-Pues yo aún sigo esperando ese beso-dijo él.
-¿Ah sí?, sólo si me coges-dije esta vez yo y comenzé a correr colina abajo. Él me persiguió. Pero admitamoslo, era más rápido que yo. Caímos colina abajo los dos juntos y acabamos tirados en el cesped. Los dos. Con el sol alumbrando nuestras caras. Él me sonrió y yo hize lo mismo. Apoyó su cabeza en su hombro y nos miramos. El silencio reinaba entre los dos.
-Eres hermosa.-dijo él. Podía escuchar perfectamente el ruido de su respiración y el de la mía. Cuando decía este tipo de cosas, el corazón se me paraba y la mente se me bloqueaba. Nunca sabré qué responder a estas cosas. Si supiera lo perfecto que es él para mí.
-Supongo que me mientes.
-Nunca haría eso. Eres hermosa.
-Vuelves a mentirme.
-No te miento. Yo soy feo.
-No eres feo.
-Ahora la mentirosa eres tú-dijo él mirandome.
-Nunca sería capaz de mentir a alguien.
-Pues creéme cuando te digo que nunca había visto a nadie como tú.
-¿A nadie tan fea?
-A nadie tan perfecta.-dijo con una sonrisa dulce en sus labios. Sus ojos me decían que no me mentía, que me decía la verdad. Sus ojos me transmitían la confianza que nunca nadie me había expresado y que tanto necesitaba.
-No hay nadie perfecto en el mundo.- dije. Pero yo sabía perfectamente que eso era mentira. ¿Y sabéis por qué?, por que hace unas semanas, pensaba justamente eso. Pero luego, me sonrió, y hasta ese momento, ya no sé qué pensar.
-Tú y yo sabemos que eso no es cierto.
-Sí, lo es. Nadie es perfecto. Todas y cada una de las personas tienen fallos y cometen errores. Es imposible que nadie nunca los cometa. Es algo que ocurre y ya está.
-Pero los fallos y los errores hacen la persona que eres. Y así como eres, eres diferente a las demás.
-¿Eso es malo, no?
-Al contrario. Significa que nunca ví a nadie como tú. Que últimamente lo único en lo que piensan las chicas de hoy es en creerse mejor que las demás cuando en realidad no son nada. Que creen que insultando a las demás personas, son mejores que ellas. Que creen que pueden poner una etiqueta a la vida de las demás personas. Y no es así. Y tú eres diferente, eres tímida, callada. Esa chica que se hace la fuerte, aunque sea más frágil que un jarrón de cristal. Crees que la gente siempre va a intentar romperte. Pero lo que no sabes es que ahí voy a estar yo, para que nadie lo haga. Así que cuando estés cansada, cuando sientas que no puedes más. Cuando creas que nada vale la pena. Aquí estoy yo. Porque nada ni nadie, va a quitarte esa sonrisa, ¿entendido?

¿En serio me estaba diciendo esto?, júrenme que esto no es un sueño y que dentro de unos segundos despertaré. Jurádme que por fin en toda mi vida, me estaba pasando algo bueno. Y que nunca se va a ir. Decidme que mañana él seguirá aquí conmigo, porque es lo que necesito. Sé que lo conosco desde hace poco, pero solo hace falta que te diga todo esto, para quedarse adicta de su perfume,  y de su sonrisa. Así que decidme, que esto es real. Porque es lo que necesito.

-No sé que decir, Zayn. De verdad, me has dejado sin palabras.
-No hace falta que digas nada, sólo quería que lo supieras.
-Gracias de verdad-dije sonriendo. Él hizo lo mismo.
-Bueno, creo que ya va siendo hora de que nos vayamos. Tu tía se va a enojar bastante contigo.-dijo él ayudandome a levantarme.
-Por culpa tuya.
-¿Culpa mía?
-Sí, fuiste tú el que me trajo aquí.
-Tienes razón, pero admite que te encantó venir aquí.
-Lo admito-dije mirando el sol, aún seguía brillando. Tan fuerte como siempre. Ojalá fuera tan fuerte como él y pudiera siempre estar alumbrando a los demás. Ojalá.
-Siempre venía aquí con mi hermana. Nos acostabamos en el cesped y mirabamos las nubes.-dijo él. Pude ver como escondió con su mano una lágrima salir de sus ojos rápidamente.
-No llores.-pedí mirandole fijamente.
-Es que..
-Es que nada. No quiero que vuelvas a soltar una sola lágrima de esos hermosos ojos que hacen que me ponga nerviosa cada vez que te veo, ¿de acuerdo?-dije inmediatamente sin darme ni siquiera cuenta de lo que estaba hablando. ¿En serio había dicho yo esa cursilada?
Él me miró sorprendido. No se esperaba que le hubiera dicho eso. Y yo tampoco. Le había dicho en pocas palabras que me encantaba la manera en que miraba, ¿o no?
-Raquel...
-No, no hace falta que me digas que la acabo de fastidiar.
-No era eso, es que no me esperaba que dijeras..
-¿Qué dijera eso?, ya, yo tampoco quería decir eso.
-¿Entonces no...?
-No. Bueno. Sí. A ver, no sé explicarlo.
-Puedes hacerlo. Sólo quiero saber si lo que acabas de decirme, era real.
-¿La verdad?
-Tú misma dijistes que no serías capaz de mentir.
-Es... Es real.
-Bien.-dijo.
-¿Bien?-pregunté sin entender aún.
-Sí, bien. -sonrió él. Esa sonrisa conseguía que se me olvidara todo. No sabía por qué, ni cómo, pero conseguía que todo pareciera una sonrisa. Me estaba haciendo adicta de su sonrisa.
-¿Bien por qué?
-Por que aún no te he dicho una cosa. Y no sabía si decirtela ahora o cuando pasara más tiempo.
-Dímela. -dije nerviosa. ¿Qué querría decirme?, seguro que me diría que no querría verme más o algo por el estilo.
-¿Raquel?¿Qué haces aquí?-preguntó alguien detrás de Zayn. Los dos nos dimos la vuelta sin pensarlo dos veces. Pero... ¿Qué hacía él aquí?