jueves, 19 de junio de 2014

Capítulo 11: "Te quiero."


Por fin era libre, libre de todo. Ya no me importaba nada, estaba junto a él. Lo demás me daba igual. Su increíble sonrisa era el motivo de la mía y estar tan cerca de él hacía que mi cuerpo se estremeciera. Me quedaría así para siempre, sabiendo que él me protegerá. Siempre.

-Tenemos que irnos.-interrumpió mis pensamientos.
-Esta bien.-sonreí. Entramos en su coche aparcado en frente de aquella vieja casa y encendió el motor. En pocos minutos, ya estabamos lejos de aquel infierno.
-¿Cómo estás? ¿Te hizo daño?-preguntó él sin quitar ojo de la carretera.
-No, estoy bien. ¿Tú lo estás?-pregunté. Sabía que le dolió lo que le dijo su padre.
-Tú estas bien. Te he encontrado. Ahora todo esta bien.-contestó con una sonrisa forzada que yo misma noté.
-Zayn, ¿puedo preguntarte algo?
-Claro.
-¿Crees que volverá a hacerlo?-pregunté.
-Puede. Mi padre es así y no creo que cambie, ni por mí ni por nadie, pero, tranquila, estaré a tu lado. Si vuelve a hacerlo, volveré a encontrarte. Nadie va a separarnos esta vez, ¿entendido?
-Nadie va a poder separarnos jamás.
-Nadie.-repitió él.

El viaje duró poco y durante el resto, nadie habló. Era un silencio cómodo, de esos que no molestan. Sabía que debía tomarse un tiempo para pensar en todo lo que había pasado hace unos minutos y yo aún necesitaba olvidarme de aquel beso. No podía sacarme de la cabeza el sabor de sus labios y el olor de su perfume mezclarse con el mio. La imagen de su sonrisa tan cerca mía. No podía olvidarlo.
Llegamos y apagó el motor del coche quedando en frente mía con una mano sobre el volante.

-Gracias por venir a buscarme.-dije.
-No tienes por qué agradecerme nada. Iría hasta el fin del mundo con tal de encontrarte y ver tu sonrisa de nuevo.-dijo él.
-Lo digo en serio, si no llega a ser por tí, hubiera pasado allí mi vida entera. Lo único que pedía es que aparecieras tú y me rescataras- sonreí, lo que él hizo después.
-Lo siento.
-¿Por qué?
-Por haberme peleado con Alejandro después de que me dijeras que no lo hiciera.-dijo él.
-No tienes por qué pedirme perdón. Si no lo hubieras hecho, no hubiera conocido a tu asqueroso primo, a tu cruel padre y ese beso no hubiera ocurrido.-reí.
-Tienes razón. -suspiró él. -Pero igualmente, perdón. Debería haberte escuchado.
-No te sientas mal, soy una mandona.
-No, no lo eres, lo estabas haciendo por mi bien y no te hice caso. Perdóname.
-Estás más que perdonado.-dije. Él sonrió como respuesta.- Bueno, me tengo que ir.-dije abriendo la puerta del coche, pero él puso su mano encima de la mía.
-Espera.-dijo. Yo le miré fijamente. -¿Podemos repetirlo?
-¿El qué?
-Ese beso.

Yo sonreí al escuchar aquellas palabras y me acerqué poco a poco al igual que él. Cuando nuestros labios ya se habían rozado sentí un escalofrío por mi espalda. Mis manos ya habían rodeado su cuello y podía sentir como sonreía encima de mis labios. Estaba claro, sus besos se habían convertido en mi droga. En primer lugar antes de su sonrisa. Mi droga favorita.
Tuvimos que separarnos, por el oxígeno. El asqueroso oxígeno.

-Te quiero.-susurró él aún cerca de mí.
-Yo a tí más.
-Te veo mañana.

Salí del coche intentado no saltar ni gritar de la emoción y justo antes de abrir la puerta me despedí de él con la mano.

Y ahora llegaba la parte más difícil de todas. Mi tía sentada en el sofá veía la televisión tranquilamente.

-¿Raquel?¿Eres tú?-preguntó ella con voz ronca. Yo me acerqué hacia ella.
-Sí, tía. Soy yo.
-¿Qué te ha pasado? ¿Dónde has estado?
-Bueno, me... Me secuestraron .-dije tartamudeando. Estaba nerviosa por su reacción.
-¿Quién? Ahora mismo llamo a la policía.
-Sólo sé que se llama John.-dije.
-Pero, ¿cómo es que has vuelto? ¿Has podido escapar tu sola? -preguntó ella.
-No, Zayn. El chico del que te hablé el otro día, me rescató.
-¿Y cómo sabía dónde estarías?-preguntó intrigada.
-Pues, él es.. Es su padre.- terminé la frase esperando una mala reacción de mi tía. Y así fue.
-¿Cómo? ¿Es su padre? -yo asentí - Lo siento jovencita, pero no quiero volver a verte con ese chico nunca más.
-Pero tía..
-No quiero excusas.-me interrumpió.-Si su padre te ha secuestrado, me imagino lo que podrá hacer su hijo.
-No, tía, él no es así.
-¿Cómo puedes saberlo? Oh, no. No me digas que ya estás enamorada de ese chico.-suspiró ella.
-No, no lo estoy.-mentí. -Sólo, si tan malo es, explícame por qué me vino a rescatar.
-A lo mejor quiere algo a cambio, ya sabes a lo que me refiero. Eres ya mayor para entenderlo. -yo le miré extrañada después de escuchar esa frase. Sabía a lo que se refería, pero él no sería capaz de hacer todo lo que hizo por acostarse conmigo.-Sólo lo hago por tu bien.
-Si quisieras mi bien, dejarías que estuviera con él.
-Ya hablaremos de esto. Es tarde, mañana debes volver al colegio.-dijo ella.

Yo entré a mi cuarto, cerrando la puerta de un duro golpe. Y allí ví a mi viejo amigo al cuál tanto extrañé. Se alegró al verme, lo noté en su expresión. Caminó hacia a mí un poco débil hasta llegar hacia mí. Yo lo abrazé y lo acaricié un buen rato.

-Tengo tantas cosas que contarte, amigo.-le dije a Sam. Él lambió mi mejilla y yo reí.

Me cambié a por un pijama más cómodo y me acurruqué en aquella cama que, por extraño que fuera, extrañaba tanto. En cuestión de minutos, el sueño me venció y pude dormir.

--Al día siguiente--

Me levanté con el ruido del despertador el cuál apagué. Me duché y me cambié por una ropa cómoda y sencilla de mi armario.

-Buenos días.-saludé al entrar a la cocina.
-Buenos días.-saludó ella. Sam salió de mi habitación y se sentó frente a nosotras a desayunar. -Pásalo bien en el colegio. Y ya sabes, no te juntes con ese chico.

No hice caso a lo que ella dijo y salí de casa, no antes de despedirme de Sam. Caminé a paso ligero hasta llegar al instituto. Allí, entré a mi respectiva clase y esperé las 3 horas primeras para poder salir al recreo.
Matemáticas, Inglés y Literatura se pasaron demasiado lento, pero por fin pude salir y relajarme en aquel lugar.

Me senté allí y contemplé después de tanto tiempo como los jugadores de rugbi jugaban en el campo y como las chicas se juntaban para maquillarse y hablar de quién sabe qué.

-¿Cómo estás?-escuché preguntar a una voz masculina cerca de mí. Mi piel volvió a estremerce. ¿Pasará esto cada vez que se acerque a mí?
-Mejor, ¿cómo estás tú?-pregunté con una sonrisa en mi rostro.
-Bien, pero sólo porque cuando sonríes me siento bien.-respondió él.
-Mi tía habló conmigo ayer.-dije cambiando de tema y también de expresión.
-¿Y qué te dijo?-preguntó.
-Que no debo acercarme a tí. Piensa que eres como tu padre.-contesté. Él soltó una pequeña risa irónica.
-¿En serio?-preguntó. -¿Qué le respondiste?
-Le dije que no eras como él, que fuiste tú quien me rescató. Pero no me cree.
-¿Qué hacemos?
-No le haré caso. Ella no puede decir con quien debo o no estar y de quien debo o no ser amiga.
-Hablando de amigos. Raquel, nosotros, ¿qué somos?-tragué saliva nerviosa.
-Personas.-respondí obviamente evitando de una manera absurda la pregunta.
-No me evites la pregunta.-me miró y evitó reírse.- Contesta.
-Eso no puedo contestarlo.
-Debes hacerlo. Porque me gustaría seguir siendo amigos...-dijo él y suspiró. Mi mundo se derrumbó.
-Pues seámoslo, seámos sólo amigos. Hagamos como si el beso nunca hubiera pasado. ¿Entendido? Sólo amigos.
-Raquel, espera.- gritó. Pero ya era tarde, ya me había dirigido a mi siguiente clase.

Entré y me pasé el resto de las horas confundida por aquellas palabras, por aquel beso, por todo.
Será que para mí ese beso significó demasiado, será que cuando estoy con él, me siento bien. Siento que puedo ser yo misma. Será que su sonrisa y sus besos, deberían dejar de hacerme tanto bien.
Salí de allí esperando no cruzarme con él, pero mi mala suerte, hizo que lo hiciera. 

-¿Puedo hablar?-pidió mientras me seguía. Yo solamente le ignoraba. - Por favor, para si no quieres hablar, no hables, sólo escúchame.-dijo.
-Rápido.-dije. En ningún momento paré de caminar.
-No me dejaste terminar la frase antes. Quería decir, que me gustaría seguir siendo amigos, pero desde que te conocí sentí algo que nunca he podido explicar hasta el día de hoy. Ahora sí sé lo que quiero, Raquel. Te quiero a tí, quiero que seamos algo más que lo que somos ahora. Quiero ser yo el que te abrace, quiero ser el dueño de tus labios. Ser yo la única persona que pueda saludarte con un beso. Que pueda llamarte a la una de la mañana para darte las buenas noches y cantarte una canción. Quiero ser esa persona que te haga sonreír siempre, que te protega, que te haga sentir una reina, aunque ya lo seas, aún te falta la corona. Quiero ser yo el único chico al que puedas llamar "novio". -al escuchar estas palabras, me paré en seco y le miré a los ojos. Él me miraba seriamente y yo a él igual. -¿Qué me dices?
-Sí, si quiero ser tu novia.-sonreí.

De repente sentí como me había acorralado contra la pared que tenía detrás sosteniendo mis cara con sus dos manos y besando mis labios como si le fuera la vida en ello. Yo agarré su cuello delicadamente y poco a poco me pegó más a él. El beso duró unos segundos, pero no quería dejar de sentir sus labios junto a los míos.

-Te amo.-confesó.
-Yo te amo más.
-Imposible.-discutió.
-Posible, por que es verdad.
-Si tu me amaras más, me hubieras esperado cuando te dije que te esperaras para terminar la frase.
-Estás loco-reí. Él soltó una carcajada y volvió a mirarme. Seguíamos a pocos centímetros uno del otro. Por fin en tanto tiempo, me sentía bien conmigo misma. Ojalá esto no sea un sueño, porque no quiero despertar nunca más.
-Loco por tí.-contestó.
-Gracias.-dije.
-¿Gracias por qué?
-Por hacerme feliz por primera vez en toda mi vida.
-Gracias a tí por hacerme creer en mí mismo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario