sábado, 3 de mayo de 2014

Capítulo 9: "Te quiero".


Momentos vinieron a la cabeza como si los estuviera viviendolos de nuevo, las palabras rebotaban en mí como piedras y no podía evitar que las lágrimas salieran una a una de mis ojos.

"-¿Eso quieres?¿Ser solo conocidos?
-Estamos mejor así, tú a tu lado y yo al mío-respondí.
-No te hagas la dura.
-Lo soy.
-No lo eres, eres débil, solo intentas aparentar ser fuerte para que no puedan hacerte daño. Sé lo que es eso- contestó."

" Eres tonta.
-Seguro que saco más nota que tú en todas las asignaturas.
-Imposible.
-¿Apostamos?
-Venga, si gano yo, me debes un beso. Y si ganas tú, me debes un beso-dijo él. -Perdón, no quería molestarte, solo era..
-No, no pasa nada. Esta bien.
-¿Apuestas?
-No.
-¿Por qué?
-Por que de las dos maneras ganas tú-reí.
-Porque no quiero arriesgarme-dijo él.

Recuerdo cómo el ruido de los árboles se escuchaba chocando contra los árboles, era hermoso. La luz del sol, hacían que sus ojos brillaran, y mi pelo resplandeciera.

-¿Arriesgarte por qué?
-Por que de verdad, quiero ese beso."


"-No hay nadie perfecto en el mundo.- dije. Pero yo sabía perfectamente que eso era mentira. ¿Y sabéis por qué?, por que hace unas semanas, pensaba justamente eso. Pero luego, me sonrió, y hasta ese momento, ya no sé qué pensar.
-Tú y yo sabemos que eso no es cierto.
-Sí, lo es. Nadie es perfecto. Todas y cada una de las personas tienen fallos y cometen errores. Es imposible que nadie nunca los cometa. Es algo que ocurre y ya está.
-Pero los fallos y los errores hacen la persona que eres. Y así como eres, eres diferente a las demás.
-¿Eso es malo, no?
-Al contrario. Significa que nunca ví a nadie como tú. Que últimamente lo único en lo que piensan las chicas de hoy es en creerse mejor que las demás cuando en realidad no son nada. Que creen que insultando a las demás personas, son mejores que ellas. Que creen que pueden poner una etiqueta a la vida de las demás personas. Y no es así. Y tú eres diferente, eres tímida, callada. Esa chica que se hace la fuerte, aunque sea más frágil que un jarrón de cristal. Crees que la gente siempre va a intentar romperte. Pero lo que no sabes es que ahí voy a estar yo, para que nadie lo haga. Así que cuando estés cansada, cuando sientas que no puedes más. Cuando creas que nada vale la pena. Aquí estoy yo. Porque nada ni nadie, va a quitarte esa sonrisa, ¿entendido?"



Todos y cada uno de estos momentos que recordaba y que guardaría por siempre, son los que hacían que pensara que todo era mentira, que él era real, que todo lo que habíamos vivido, que todas aquellas palabras eran ciertas, que Dios lo había enviado para que me salvara de mí misma, para que me ayudara a no caer sola.

-Nash, no te vayas.-pedí. Necesitaba a alguien a mi lado ahora mismo.
-¿Quieres que me quede?-preguntó asombrado. Sus ojos azules me ponían tan nerviosa cada vez que me miraban. Yo sólo asentí.
 -Ven.-dijo señalando el sitio que estaba al lado de él en la cama que había. Yo me senté dónde él indicó y me rodeó la cintura con su brazo. Yo apoyé mi cabeza en su pecho y así nos quedamos durante unos minutos, en un gran silencio. Pero no esos silencios incómodos, era bastante agradable. Lo necesitaba.
Pero una lágrima cayó por mi mejilla, y al parecer él lo notó y me miró fijamente.

-No llores, por favor.-pidió.
-No puedo hacer eso.-dije.
-Si puedes, sólo intentalo. Olvida lo que él dijo, lo que él hizo, todo lo malo que hizo el tu vida, todas las mentiras que creíste..
-Entonces, ¿no crees que él vaya a venir rescatarme nunca?-pregunté.
-No creo, cariño. Si te digo la verdad, sabiendo como es mi primo, ahora mismo estará con otra chica, engañandola como hizo contigo.


--Narra Zayn--

Por fin haría algo que nunca creería que volvería a hacer nunca. Me armé de valor y cogí el teléfono que había en la calle, y llamé. Mejor dicho, le llamé. Esperé a que el pitido cesase y cogió el teléfono.

-¿Quién es?-preguntó cabreado. Pensaba que nunca más escucharía su voz, pensaba que nunca más lo volvería a escuchar, jamás. Pero sabía lo que tenía que hacer.
-¿Dónde está?-pregunté.
-¿Dónde está quién? Dime quien eres.-preguntó esta vez molesto.
-Sabes perfectamente quien soy, papá.-contesté y se quedó callado por unos segundos hasta que me arté de esperar a que me contestara, seguramente, no se lo esperaba.- Te he hecho una pregunta.
-Ah, hijo, eres tú.-rió cínicamente. -Si preguntas por la chica, te hecha mucho de menos.
-Quiero que sepas que no vas a hacerme la vida un infierno como lo hiciste cuando era pequeño, porque la encontraré, si, como has oído, la encontraré y a tí también, y pagarás por todo lo que me has hecho.-contesté.
-Si te acercas a nosotros, yo me encargaré personalmente de matarte.-dijo él. Yo ya estaba acostumbrado a aquel tipo de amenazas que provenían de mi padre.
-Podrás matarme, pero deja que ella viva.-pedí.
-Hize bien en secuestrarla a ella.-rió cínicamente.
-¿Por qué lo hiciste?
-Porque sabía que era lo que más te importaba en la vida.- respondió dejandome de piedra mirándo a todos lados por si había alguien escuchando la conversación.
-¿Cómo sabes tú eso?-pregunté.
-Digamos que estos años no he estado tan lejos de tí como tu crees.-rió de nuevo.
-¿Por qué?
-¿Por qué qué?-preguntó sin entender.
-¿Por qué siempre me has querido hacer la vida imposible? ¿Qué te hice? ¿Tanta decepción te dí cuando me viste nacer? ¿En serio fuí para tí una carga para tí todos estos años? - necesitaba preguntarlo, fueron tantas preguntas, pero sentía que por muchos años que pasaran, nunca tendría la respuesta a ninguna. Solamente me limité a oír el pitido que indicaba que la llamada había terminado y con algunas lágrimas en mis ojos colgé el teléfono.

-Sí, lo fuí.-susurré.

-- Narra Raquel --

Desperté gracias a una suave caricia rozar mi mejilla. Abrí los ojos poco a poco y encontré a pocos milímetros de mí sus ojos azules. Esa forma que tenía de mirar, y esa sonrisa que ponía.. Simplemente, lo hace a posta.

-Buenos días preciosa.-me sonrió soltándo aire por la nariz haciendo que me sonrojara. ¿Buenos días? ¿Había dormido toda la noche en su pecho?
-Buenos días.
-¿Cómo has dormido?
-Bien.-sonreí.

"Por que dormí encima de tu pecho, sin nombrar tus marcados abdominales." pensé. No, no era por eso. Bueno, en parte sí. La mayoría. El 80%. Casi el 99%.

-Me alegro.-rió él.
-Supongo que ahora te irás y bueno, pasaré el resto de mi vida aquí, encerrada, sola.-dije.
-No, me quedaré contigo.-dijo.
-¿En serio? John no te dejará.
-No tiene por qué enterarse, además, tendremos tiempo para conocernos mejor. 
-Tienes razón.-reí y me puse nerviosa al ver la poca distancia que quedaba entre nuestros labios.
-Tienes unos ojos preciosos.-dijo- ¿Pero sabes lo que más me gusta de ellos? Que puedo ver lo que pasa a través de ellos, veo como te sientes, y sobre todo, cuando me miras, no veo mi reflejo, lo veo a él.

Me quedé callada por unos segundos y observé como suspiraba y miraba al suelo, sentía la tristeza en todo lo que hacía. Sentía que no mentía, que podía confiarle mi vida y el la protegería como is se tratase de la suya. Ví como se levantaba de la cama y buscaba algo en un ropero.

-¿Qué buscas?-pregunté.  Él simplemente no contestó. Encontró dentro de el como la madera tenía un tablón suelto y lo sacó colocandolo en el suelo. Era como un compartimento secreto. De él sacó una caja pequeña de color azul y me miró mientras la abría.
-Este collar era de mi madre, lo guardé aquí cuando ella murió. Siempre me recuerda a cuando me pedía que se lo pusiera en el cuello cada vez que iba a salir, me recuerda al perfume que se ponía cada tarde, me recuerda a ella. Lo escondí aquí porque sabía que nadie lo encontraría.
-Lo siento mucho, Nash.-dije.
-No lo sientas, no es tu culpa. Sólo quiero que te lo quedes.-pidió. Yo negué rápidamente con la cabeza.- Por favor, sólo quiero que te lo quedes, contigo estará seguro.
-No puedo quedarmelo Nash, es de tu familia.-contesté. Él se acercó hacía a mí.
-Quiero que este precioso collar, lo lleve alguien que es aún más hermoso.-susurro a unos milímetros de mi cuello. Yo no pude evitar sentir un escalofrío por mi espalda.-Date la vuelta.-pidió y yo así lo hice, él apartó mi cabello hacia un lado de mi cuello y colocó el collar perfectamente. Me estremecía cada vez que su mano rozaba con su piel, tan suavemente.

Me giré para verle mejor y él me dedicó una sonrisa. De repente, sentí como se acercaba lentamente hacia mis labios. En unos segundos, la distancia que quedaba entre ellos era de milímetros.

-¿Qué va a pasar?-pregunté interrumpiendo el momento.
-¿Cuándo?-pregunto aún a milímetros de rozar mis labios.
-Cuando te vayas.-terminé la frase.
-Nunca me ire.-contestó.
-¿Cómo estas tan seguro? Si John descubre que aún sigues aquí, nos meteremos en un buen lío. Además, no puedo huir de aquí.-dije.
-Todo estará bien, tranquila.-intentó animarme.
-No, no todo va a estar bien, ¿no lo entiendes?, John puede matarte si te descubre, y no quiero pasar toda mi vida aquí.
-Pero la pasaremos juntos.-dijo él.

Creo que no entendía. No entendía que si no salgo de esta casa, pasaré el resto de mi vida, encerrada. Encerrada en cuatro paredes. Sin saber qué hacer, a donde ir, ni siquiera, qué haré en toda mi vida. Perderé el tiempo de graduarme, de tener un trabajo, de independizarme, de descubrir el mundo por mí sola, mediante mis propios pasos. Perderé el tiempo de encontrar alguien que de verdad me quiera, y con él, formar una familia, juntos. Perderé el tiempo de vivir mi vida.

-Te conosco desde hace menos de un día, ¿y eres capaz de decidir que quieres pasar tu vida a mi lado?-pregunté irónica.
-¿Sabes por qué? -preguntó. Yo negué con la cabeza. Entonces, cogió mi mentón y me miró fijamente. El brillo de sus ojos era único. - Porque me he pasado la vida buscando a la chica perfecta, una chica que me demuestre que no tiene el mínimo interés por sus uñas, por vestir bien o por si la gente la ve guapa o no. Me he pasado buscando a la chica que sepa lo que quiere hacer en la vida sin que su pasado le atormente. Que me demuestre que es capaz de amar de verdad a alguien sin que no sea ella misma o su espejo. Me he pasado la vida diciendome que sería imposible encontrar a alguien así, pero te encontré a tí.-dijo él. Sentí como sus labios habían rozado junto a los míos creando una conección jamás vista. Pero, fue entonces cuando me aparté de él. No podía hacerlo.
-No puedo.-susurré. Él me miró confuso.- Lo siento.
-Lo sabía.-dijo.- Sabía que nunca te ibas a olvidar de Zayn.
-No es por él.

"Sí, es por él" pensé.

-Entonces, ¿por qué es?- preguntó.
-Porque aún no sé nada de tí, no te conosco, sólo te he visto y ya me besas, ¿sabes lo raro que suena eso?
-Lo sé. Pero... Déjalo, no lo entenderías.-acabó la frase.
-Dímelo.-pedí.

Quería saber el por qué. Por qué quería conocerme, saber quien era y mi historia. Quería saber cuánto significaba para él que me acercara más a él y por qué realmente le interesaba tanto. ¿Querría algo de mí? ¿Querría utilizarme o solamente decía la verdad sobre que de verdad había encontrado a la chica que él necesitaba en su vida? Miles de preguntas circulaban por mi mente y no conseguía ninguna respuesta.

-Sé que siempre va a estar él, siempre, en tu mente, en tu corazón, aunque intente borrar todas las mentiras que él te dijo, siempre va a estar lo bien que te hizo sentir esas palabras. Aunque intenté hacer que le olvides, lo único que haré es recordartelo aún más. Y lo peor de todo, es que recordarás todo lo que te dijo, y tú y yo sabemos que todo fue una mentira.-dijo él. Yo solamente, me levanté y me acosté en aquella incómoda cama para intentar dormir. Él sólo suspiró y se sentó en ella. Yo me limité a cerrar los ojos. Esas palabras me habían dolido como una estaca en el corazón. No sabía qué pensar. Todo me daba vueltas, preguntas pasaban por mi mente, y no podía responderlas.

Nash, me ayudó. Me ayudó a comprender la realidad de las cosas. No es fácil asimilar todo lo que él dijo, aún no sabía si era real, si era mentira o si sólo quería ayudarme. Sus palabras fueron tan claras, tan reales. Todo encajaba a la perfección. Sus ojos me decían que todo estaría bien, que decía la verdad. Su sonrisa hacía que creyera en él incluso teniendo los ojos cerrados.

Zayn, me hizo sonreir, me hizo creer en mí, me hizo sentir la persona más feliz de la historia solamente cuando él estaba a mi lado. Siempre me había sentido estúpida, una idiota atrapada en el recuerdo de una niña de siete años. Nunca pude confiar en alguien, en que alguien viniera, se sentara a mi lado y me dirigiera la palabra, pero él lo hizo. Me hizo sonreír, me hizo reír. Después de tantos años, él fue el que me hizo sacar la primera sonrisa de mis labios. Después de tanto tiempo, él fue la única persona que se preocupo por si estaba bien, se preocupó por saber cómo estaba. Él me hizo fuerte y eso nunca lo olvidaré. 

Solo tenía una gran duda, una que me comía la cabeza. Una que aún no tenía respuesta y que me costará mucho responder... ¿Nash o Zayn?


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