martes, 4 de febrero de 2014

Capítulo 4: "Te quiero"

Me dijo su nombre, sinceramente, nunca había escuchado aquel extraño apellido. Pero, no me enteraba de lo que estabamos hablando ahora mismo, ya que solo me fijaba en su sonrisa. No sabía cómo, tampoco sabía por qué, pero aquella sonrisa hacía que sintiera algo que nunca había sentido desde que llegué al mundo. Mis padres me hablaban de esto cuando era pequeña. Me decían que algún día llegaría alguien que me hiciera feliz, algún chico que quiera verme sonreír y se atreva a dar la vida por mí. Ese chico parecido al de mi cuento de hadas que siempre había soñado.
Pero, ¿y si no es él? ¿y si es uno de esos chicos que enamoran a las chicas para hacerlas sufrir luego? ¿y si algún día me hace sufrir?. No, no quiero volver a sufrir, quiero pasar página y tener al menos un motivo por el que sonreír cada día, una persona que me de motivos para no volver a llorar. Lo conozco desde hace casi dos días, y se puso a mi lado, preguntandome cómo estaba, haciendome sonreír por primera vez en siete años. Pero, no quiero ilusionarme, no quiero creer en algo que algún día puede dejar de estar a mi lado. Porque aprendí que lo que una vez estuvo a tu favor, mañana puede estar en tu contra.

-¿Y qué hay de tí?¿Qué hay de tu vida?- me preguntó mirándome a los ojos, haciendo que despertara de mis pensamientos y volviera a la realidad.
-¿Qué?¿De mí?-le respondí con una pregunta.
-Sí, te estoy hablando a tí, tonta-rió con aquella hermosa sonrisa.
-Sí, claro, pero, ¿por qué preguntas?-dije intentando esquivar aquel tema. No querñia que supiera más de mi asquerosa historia.
-No sé, quiero saber más sobre tí, somos amigos, ¿no?
-Sí, eso. Amigos.. -suspiré. Sabía perfectamente que solo quería ser mi amigo, en fin, nunca me han dicho nada bueno sobre mi aspecto, solo se basan en pequeños insultos a los que no les pongo mucha importancia.   Bueno, sin contar las veces que mi padre solía decirme que era la niña más bella de todas.
-¿Estás bien?¿Te pasa algo?-preguntó interesado por mi estado de ánimo. Pero, en realidad, sabía que no le importaba.
-Sí, estoy bien- contesté intentando parecer convincente.
-¿Y por qué no quieres contarme nada sobre tí ni sobre tu vida?-insistió. Me había pillado, ¿por qué no quería contarle nada?, sinceramente, la respuesta solo la entiendo yo. No puedo dejar que sepa mi historia y se haga mi amigo solo por darle pena. No quiero aparentar ser la pobre chica débil, por que así, es como más te daña la gente. Creen que eres frágil, y te ven una presa fácil. Así que, quiero que me vean como la típica mujer fuerte, que puede superar cualquier cosa. Aunque sea mentira.
-Pues porque nos conocemos desde hace muy poco y no tengo por qué contarte lo que pasa o deja de pasar en mi vida, ¿entendido?, no comprendo por qué tanto interés en mi vida si solo soy una más, solo somos "amigos"- exclamé sin pensarlo y corrí rápidamente hacía mi casa. No quise mirar hacía atrás, ni siquiera avisé a mi tía, solo quería huir de ese lugar lo más rápido posible.

Recogí las llaves de mi casa en la maceta del porche, y abrí la puerta. Sin pensarlo dos veces me tiré en el suelo para abrazar a Sam, el cuál me estaba esperando allí. Él siempre estaba allí, a mi lado. Nunca me ha fallado. Nunca le importó mi historia, ni quien era, ni de dónde venía. Siempre estuvo ahí.
Me senté en mi vieja cama de mi oscura habitación intentando parar de llorar, pero mis lágrimas no paraban de salir de mis ojos. Era incontrolable. Había quedado como una idiota delante de una persona que por fin, en tanto tiempo, había hecho que sonriera. Había quedado como una imbécil, delante de la persona que hizo que sintiera algo diferente de lo que estaba acostumbrada. ¿Amor?, No, imposible.

-¿Y ahora qué hago Sam?, no puedo volver atrás en el tiempo, pero, si lo hiciera, tampoco le hubiera contado nada sobre mí. No sé, ¿crees que he hecho lo correcto?-pregunté en voz alta a mi fiel amigo. Él comenzó a ladrar moviendo la cola sin parar- Eso creo que es un no, ¿verdad?

Recosté mi cabeza en la almohada y sequé mis lágrimas con mis dedos.
"¿Por qué todo me salía mal?", me preguntaba a mí misma. ¿Por qué me pasa algo bueno en la vida y lo estropeo?, será que fue un error habernos conocido. Será que no debería de haber aparecido en aquel parque, ni haberme sonreido, ni haberme hablado. Seguramente, fue una casualidad. Una tonta casualidad, que no debería de haber pasado... Nunca.

{Una semana después}

Pasaron unos cuantos días, y cada vez que lo veía caminar, era algo, no sé, extraño. Lo miraba y mi corazón se paraba de una manera en la que podia oír los látidos con claridad. No sabía lo que me pasaba, pero jamás me había pasado. Él me seguía saludando, con aquella sonrisa que me ponía nerviosa, lo admito. Pero, yo no lo saludaba. Lo sé, soy cobarde. Pero, no puedo. No puedo saludarle como si no hubiera pasado nada, no puedo hacer como si no hubiera quedado como una idiota. Y cómo le grité aquella noche. No lo consigo olvidar.

Ya era el día en el que volveriamos de nuevo a la rutina del instituto. De nuevo, las clases, los libros, los estudios y los deberes. No me encantaba la idea, pero al menos, me distraerían de mis problemas. Desayuné y luego, me vestí, sencilla, y en mi mochila puse los libros que tocaban, gracias al calendario del anterior trimestre. Lavé mis dientes, me cepillé el pelo y me despedí secamente de mi tía.
Llegué al instituto y fuí motivo de algunas miradas, se daban la vuelta para hablar con sus amigos o amigas y reírse. No sabía si sería por mí, pero igualmente, no me importaba. No soy nadie para juzgar a nadie, creo que cada persona tiene una historia que contar, y si supieran la mía, no dirían ni la mitad de lo que dicen ahora.

-Hola Raquel- saludó Valentina. Ella era una compañera de clase, era la que mejor me caía de la clase, pero solía ponerse con las demás niñas de mi clase y dejarme sola. Como solía hacer todo el mundo.
-Hola Valentina-respondí.
-¿Qué tal lo has pasado en las vacaciones?-preguntó ella mirando a todos lados distraída.
-Pues normal, como siempre, ¿y tú?
-Pues yo super bien, he ido de compras con mis amigas unas cuántas veces y mis padres me llevaron a Los Pirineos-me comentó ella. Tenía mucha suerte. Ojalá sepa apreciar la suerte que tiene.
-Me alegro-dije yo intentando llegar a clase. Pero ella interrumpió mi paso.
-¿Y no has conocido todavía a algún chico?-preguntó interesada. Seguro que contaría lo que lleva con su novio Derek, aunque no me emocione mucho aquel tema.
-Pues en verdad, he conocido a un...
-¿Quién es ese?-me interrumpió ella.

De repente, me dí cuenta. Miré a el lado en que los ojos de Valentina lo hacían, y lo ví. ¿Qué hacía él aquí?, me preguntaba. Me miró con una sonrisa traviesa en sus labios y entró a su respectiva clase justo al lado de la mía. No podía creerme que estuviera en el mismo instituto que yo. A ver, de cientos de institutos que hay, ¿elige este?¿En serio?, algunas veces creo que la vida está en mi contra.

-¿Y esa sonrisa?¿Lo conoces?-preguntó ella sonriendome interesada en el tema. Seguro que quería a Zayn como presa de sus encantos.
-Sí, lo conocí hace unos días.
-¿Y qué sois?¿Amigos?
-Sí, supongo.
-Perfecto.
-¿Por qué?
-Nada. Bueno, ¿qué estabas diciendome?
-Nada, una tontería...
-Vale, entremos a clase.

Hicimos lo que ella había dicho, y en pocos segundos ya había encontrado mi sitio. El profesor de Literatura entro por la puerta acompañado de.. ¿Zayn?¿Qué hacía aquí en mi clase?

-Alumnos, os presento a un nuevo alumno de este instituto que estará con vosotros. Espero que sea bien recibido. Se llama Zayn Malik-anunció el profesor.
-Hola Zayn-dijo Valentina con su voz de pija. Sus amigas reían detrás de ella.
-Hola Raquel-me saludó él con la mano. Yo me sumergí en mi asiento siendo víctima de las risas y comentarios de mis compañeros.
-Veo que ya se conocen, ¿no, señorita?-preguntó mi profesor.
-Sí, es un conocido-respondí.
-De acuerdo. Ya puede irse-le ordenó a Zayn. Él salió por la puerta sin mirar atrás.

Las tres primeras horas fueron una tortura. Sinceramente, Literatura, Naturaleza y Matemáticas no eran mi fuerte. Las horas pasaron muy lento y solo quería que llegara la pausa del recreo para descansar. ¿A quién le interesaba lo que era un polinomio?
Salí de la clase en busca de algún asiento libre en el campo o en algún lugar para sentarme mientras bebía un pequeño zumo que me había traído.  De repente, siento una pequeña presencia a mi lado que me asusta.

-¿Con que conocidos, eh?-preguntó aquella voz masculina que tanto me gustaba.
-Así es.
-¿Eso quieres?¿Ser solo conocidos?
-Estamos mejor así, tú a tu lado y yo al mío-respondí.
-No te hagas la dura.
-Lo soy.
-No lo eres, eres débil, solo intentas aparentar ser fuerte para que no puedan hacerte daño. Sé lo que es eso- contestó. Me sorprendió aquella respuesta. ¿Cómo sabía eso?¿Leía mi mente?
-No puedes decir como es o no una persona por su apariencia.
-Te conosco. Aunque creas que no, sé cómo eres, estos días me sirvieron para pensar en lo mucho que has sufrido para comportarte así.
-¿A sí?¿Y qué has pensado?
-Que te ha afectado la muerte de tus padres, que no eres la misma desde que se fueron y que no quieres que nadie lo sepa. ¿He acertado?
-Puede ser-dije. Pero sabía que tenía la razón.
-Sabes que he acertado pero no quieres decirmelo-rió. No sé cómo, pero me contagió la risa y en cuestión de segundos, los dos estabamos riendo.
-Sí, tienes razón.
-¿Y por qué no quieres que lo sepa?
-Por que no quiero que sepas lo que me pasa.
-Pero, ¿por qué?¿Tan malo soy?
-No, no eres malo. Si no que, no estoy lista para contarle a nadie mis sentimientos, ni lo que pienso.
-Entiendo-suspiró.-¿No crees que esto era más fácil que gritarme aquella noche?
-Lo siento de verdad, reaccioné muy rápido sin pensarlo-dije riendo. Él me dedicó una sonrisa. Yo hize lo mismo. Nos quedamos mirando unos instantes, algo que me pareció incómodo, ya que ninguno de los dos sabía que decir.
-Tienes una sonrisa preciosa-dijo. De repente, sonó la campana que significaba otras tres horas de nueva tortura antes de ir a casa.
-Me tengo que ir-dije.
-Adiós-se despidió él. Recogí mi mochila y me dirigí a clase.

Las horas volvieron a pasar, minuto a minuto, segundo a segundo. Estaba pendiente del reloj para salir de una vez. Seguía sin poder creermelo, ¿en serio me había dicho que tenía una sonrisa preciosa?, no me lo creo. Ojalá tuviera una máquina del tiempo y repetir ese momento una y otra vez. Pero, si él supiera lo perfecta que es la suya...
Llegó la hora, me dispuse a salir caminando del instituto hacia mi casa, pero alguien tocó mi hombro y volví la cabeza hacia atrás para ver quién era.

-¿Te acompaño hasta tu casa?-preguntó él. Yo asentí con la cabeza y él me sonrió. ¿Por qué su sonrisa era tan increíble?, supongo que nadie tenía la respuesta a esa pregunta- Odio las clases- dijo intentando sacar tema de conversación.
-Yo también-reí.
-¿Por qué te ríes?
-Porque se vé que no tienes otro tema de conversación.
-A ver, inténta sacar otro tema tú, listilla.
-Pues no sé, ¡Qué buen tiempo hace!-reí sarcásticamente. Él reía a carcajadas por mi estupidez.
-Eres tonta.
-Seguro que saco más nota que tú en todas las asignaturas.
-Imposible.
-¿Apostamos?
-Venga, si gano yo, me debes un beso. Y si ganas tú, me debes un beso-dijo él. Mi sonrisa cambió a una cara sorprendida. ¿Me estaba pidiendo que le bese?-Perdón, no quería molestarte, solo era..
-No, no pasa nada. Esta bien.
-¿Apuestas?
-No.
-¿Por qué?
-Por que de las dos maneras ganas tú-reí.
-Porque no quiero arriesgarme-dijo él. El ruido de los árboles se escuchaba chocando contra los árboles, era hermoso. La luz del sol, hacían que sus ojos brillaran, y mi pelo resplandeciera.
-¿Arriesgarte por qué?
-Por que de verdad, quiero ese beso.

3 comentarios:

  1. Sii! Es hermosa tu historia. Pero por favor no te demores tanto subiendo cada capítulo, no es por apresurarte ni nada pero es que quiero saber que pasa :3

    ResponderEliminar