jueves, 19 de junio de 2014

Capítulo 11: "Te quiero."


Por fin era libre, libre de todo. Ya no me importaba nada, estaba junto a él. Lo demás me daba igual. Su increíble sonrisa era el motivo de la mía y estar tan cerca de él hacía que mi cuerpo se estremeciera. Me quedaría así para siempre, sabiendo que él me protegerá. Siempre.

-Tenemos que irnos.-interrumpió mis pensamientos.
-Esta bien.-sonreí. Entramos en su coche aparcado en frente de aquella vieja casa y encendió el motor. En pocos minutos, ya estabamos lejos de aquel infierno.
-¿Cómo estás? ¿Te hizo daño?-preguntó él sin quitar ojo de la carretera.
-No, estoy bien. ¿Tú lo estás?-pregunté. Sabía que le dolió lo que le dijo su padre.
-Tú estas bien. Te he encontrado. Ahora todo esta bien.-contestó con una sonrisa forzada que yo misma noté.
-Zayn, ¿puedo preguntarte algo?
-Claro.
-¿Crees que volverá a hacerlo?-pregunté.
-Puede. Mi padre es así y no creo que cambie, ni por mí ni por nadie, pero, tranquila, estaré a tu lado. Si vuelve a hacerlo, volveré a encontrarte. Nadie va a separarnos esta vez, ¿entendido?
-Nadie va a poder separarnos jamás.
-Nadie.-repitió él.

El viaje duró poco y durante el resto, nadie habló. Era un silencio cómodo, de esos que no molestan. Sabía que debía tomarse un tiempo para pensar en todo lo que había pasado hace unos minutos y yo aún necesitaba olvidarme de aquel beso. No podía sacarme de la cabeza el sabor de sus labios y el olor de su perfume mezclarse con el mio. La imagen de su sonrisa tan cerca mía. No podía olvidarlo.
Llegamos y apagó el motor del coche quedando en frente mía con una mano sobre el volante.

-Gracias por venir a buscarme.-dije.
-No tienes por qué agradecerme nada. Iría hasta el fin del mundo con tal de encontrarte y ver tu sonrisa de nuevo.-dijo él.
-Lo digo en serio, si no llega a ser por tí, hubiera pasado allí mi vida entera. Lo único que pedía es que aparecieras tú y me rescataras- sonreí, lo que él hizo después.
-Lo siento.
-¿Por qué?
-Por haberme peleado con Alejandro después de que me dijeras que no lo hiciera.-dijo él.
-No tienes por qué pedirme perdón. Si no lo hubieras hecho, no hubiera conocido a tu asqueroso primo, a tu cruel padre y ese beso no hubiera ocurrido.-reí.
-Tienes razón. -suspiró él. -Pero igualmente, perdón. Debería haberte escuchado.
-No te sientas mal, soy una mandona.
-No, no lo eres, lo estabas haciendo por mi bien y no te hice caso. Perdóname.
-Estás más que perdonado.-dije. Él sonrió como respuesta.- Bueno, me tengo que ir.-dije abriendo la puerta del coche, pero él puso su mano encima de la mía.
-Espera.-dijo. Yo le miré fijamente. -¿Podemos repetirlo?
-¿El qué?
-Ese beso.

Yo sonreí al escuchar aquellas palabras y me acerqué poco a poco al igual que él. Cuando nuestros labios ya se habían rozado sentí un escalofrío por mi espalda. Mis manos ya habían rodeado su cuello y podía sentir como sonreía encima de mis labios. Estaba claro, sus besos se habían convertido en mi droga. En primer lugar antes de su sonrisa. Mi droga favorita.
Tuvimos que separarnos, por el oxígeno. El asqueroso oxígeno.

-Te quiero.-susurró él aún cerca de mí.
-Yo a tí más.
-Te veo mañana.

Salí del coche intentado no saltar ni gritar de la emoción y justo antes de abrir la puerta me despedí de él con la mano.

Y ahora llegaba la parte más difícil de todas. Mi tía sentada en el sofá veía la televisión tranquilamente.

-¿Raquel?¿Eres tú?-preguntó ella con voz ronca. Yo me acerqué hacia ella.
-Sí, tía. Soy yo.
-¿Qué te ha pasado? ¿Dónde has estado?
-Bueno, me... Me secuestraron .-dije tartamudeando. Estaba nerviosa por su reacción.
-¿Quién? Ahora mismo llamo a la policía.
-Sólo sé que se llama John.-dije.
-Pero, ¿cómo es que has vuelto? ¿Has podido escapar tu sola? -preguntó ella.
-No, Zayn. El chico del que te hablé el otro día, me rescató.
-¿Y cómo sabía dónde estarías?-preguntó intrigada.
-Pues, él es.. Es su padre.- terminé la frase esperando una mala reacción de mi tía. Y así fue.
-¿Cómo? ¿Es su padre? -yo asentí - Lo siento jovencita, pero no quiero volver a verte con ese chico nunca más.
-Pero tía..
-No quiero excusas.-me interrumpió.-Si su padre te ha secuestrado, me imagino lo que podrá hacer su hijo.
-No, tía, él no es así.
-¿Cómo puedes saberlo? Oh, no. No me digas que ya estás enamorada de ese chico.-suspiró ella.
-No, no lo estoy.-mentí. -Sólo, si tan malo es, explícame por qué me vino a rescatar.
-A lo mejor quiere algo a cambio, ya sabes a lo que me refiero. Eres ya mayor para entenderlo. -yo le miré extrañada después de escuchar esa frase. Sabía a lo que se refería, pero él no sería capaz de hacer todo lo que hizo por acostarse conmigo.-Sólo lo hago por tu bien.
-Si quisieras mi bien, dejarías que estuviera con él.
-Ya hablaremos de esto. Es tarde, mañana debes volver al colegio.-dijo ella.

Yo entré a mi cuarto, cerrando la puerta de un duro golpe. Y allí ví a mi viejo amigo al cuál tanto extrañé. Se alegró al verme, lo noté en su expresión. Caminó hacia a mí un poco débil hasta llegar hacia mí. Yo lo abrazé y lo acaricié un buen rato.

-Tengo tantas cosas que contarte, amigo.-le dije a Sam. Él lambió mi mejilla y yo reí.

Me cambié a por un pijama más cómodo y me acurruqué en aquella cama que, por extraño que fuera, extrañaba tanto. En cuestión de minutos, el sueño me venció y pude dormir.

--Al día siguiente--

Me levanté con el ruido del despertador el cuál apagué. Me duché y me cambié por una ropa cómoda y sencilla de mi armario.

-Buenos días.-saludé al entrar a la cocina.
-Buenos días.-saludó ella. Sam salió de mi habitación y se sentó frente a nosotras a desayunar. -Pásalo bien en el colegio. Y ya sabes, no te juntes con ese chico.

No hice caso a lo que ella dijo y salí de casa, no antes de despedirme de Sam. Caminé a paso ligero hasta llegar al instituto. Allí, entré a mi respectiva clase y esperé las 3 horas primeras para poder salir al recreo.
Matemáticas, Inglés y Literatura se pasaron demasiado lento, pero por fin pude salir y relajarme en aquel lugar.

Me senté allí y contemplé después de tanto tiempo como los jugadores de rugbi jugaban en el campo y como las chicas se juntaban para maquillarse y hablar de quién sabe qué.

-¿Cómo estás?-escuché preguntar a una voz masculina cerca de mí. Mi piel volvió a estremerce. ¿Pasará esto cada vez que se acerque a mí?
-Mejor, ¿cómo estás tú?-pregunté con una sonrisa en mi rostro.
-Bien, pero sólo porque cuando sonríes me siento bien.-respondió él.
-Mi tía habló conmigo ayer.-dije cambiando de tema y también de expresión.
-¿Y qué te dijo?-preguntó.
-Que no debo acercarme a tí. Piensa que eres como tu padre.-contesté. Él soltó una pequeña risa irónica.
-¿En serio?-preguntó. -¿Qué le respondiste?
-Le dije que no eras como él, que fuiste tú quien me rescató. Pero no me cree.
-¿Qué hacemos?
-No le haré caso. Ella no puede decir con quien debo o no estar y de quien debo o no ser amiga.
-Hablando de amigos. Raquel, nosotros, ¿qué somos?-tragué saliva nerviosa.
-Personas.-respondí obviamente evitando de una manera absurda la pregunta.
-No me evites la pregunta.-me miró y evitó reírse.- Contesta.
-Eso no puedo contestarlo.
-Debes hacerlo. Porque me gustaría seguir siendo amigos...-dijo él y suspiró. Mi mundo se derrumbó.
-Pues seámoslo, seámos sólo amigos. Hagamos como si el beso nunca hubiera pasado. ¿Entendido? Sólo amigos.
-Raquel, espera.- gritó. Pero ya era tarde, ya me había dirigido a mi siguiente clase.

Entré y me pasé el resto de las horas confundida por aquellas palabras, por aquel beso, por todo.
Será que para mí ese beso significó demasiado, será que cuando estoy con él, me siento bien. Siento que puedo ser yo misma. Será que su sonrisa y sus besos, deberían dejar de hacerme tanto bien.
Salí de allí esperando no cruzarme con él, pero mi mala suerte, hizo que lo hiciera. 

-¿Puedo hablar?-pidió mientras me seguía. Yo solamente le ignoraba. - Por favor, para si no quieres hablar, no hables, sólo escúchame.-dijo.
-Rápido.-dije. En ningún momento paré de caminar.
-No me dejaste terminar la frase antes. Quería decir, que me gustaría seguir siendo amigos, pero desde que te conocí sentí algo que nunca he podido explicar hasta el día de hoy. Ahora sí sé lo que quiero, Raquel. Te quiero a tí, quiero que seamos algo más que lo que somos ahora. Quiero ser yo el que te abrace, quiero ser el dueño de tus labios. Ser yo la única persona que pueda saludarte con un beso. Que pueda llamarte a la una de la mañana para darte las buenas noches y cantarte una canción. Quiero ser esa persona que te haga sonreír siempre, que te protega, que te haga sentir una reina, aunque ya lo seas, aún te falta la corona. Quiero ser yo el único chico al que puedas llamar "novio". -al escuchar estas palabras, me paré en seco y le miré a los ojos. Él me miraba seriamente y yo a él igual. -¿Qué me dices?
-Sí, si quiero ser tu novia.-sonreí.

De repente sentí como me había acorralado contra la pared que tenía detrás sosteniendo mis cara con sus dos manos y besando mis labios como si le fuera la vida en ello. Yo agarré su cuello delicadamente y poco a poco me pegó más a él. El beso duró unos segundos, pero no quería dejar de sentir sus labios junto a los míos.

-Te amo.-confesó.
-Yo te amo más.
-Imposible.-discutió.
-Posible, por que es verdad.
-Si tu me amaras más, me hubieras esperado cuando te dije que te esperaras para terminar la frase.
-Estás loco-reí. Él soltó una carcajada y volvió a mirarme. Seguíamos a pocos centímetros uno del otro. Por fin en tanto tiempo, me sentía bien conmigo misma. Ojalá esto no sea un sueño, porque no quiero despertar nunca más.
-Loco por tí.-contestó.
-Gracias.-dije.
-¿Gracias por qué?
-Por hacerme feliz por primera vez en toda mi vida.
-Gracias a tí por hacerme creer en mí mismo.




Capítulo 10: "Te quiero."


{Una semana después}

Nash y yo seguíamos intentado que John no se enterara de que él estaba conmigo en aquella vieja habitación. Los días pasaban demasiado lento, demasiado lento. Cada vez que me llamaba para ir a comer, le guardaba algo de postre para Nash, subía a hurtadillas junto a él. Nos contábamos viejas anécdotas. Lo único que conseguía era hacerme sentir bien, reír. Gracias a él, estar aquí era mucho mejor que estar sola encerrada en mi propia habitación. Gracias a él, todo ha ido mejor y aprendí que sus ojos, tenían razón. Todo irá bien.

-¿Puedo pasar?-preguntó John desde el otro lado de la puerta. Yo inmediatamente advertí a Nash para que se pusiera debajo de la cama en cuestión de segundos y me coloqué en la cama rápidamente.
-Claro.
-Voy a salir unas horas, tengo unos planes que resolver. Volveré a la noche.- dijo él. Yo asentí y cuando sentí que cerraba la puerta de la entrada, pude respirar con seguridad y Nash pudo salir de debajo de la cama. Comenzó a tocer y yo reí por la expresión de su cara.
-Está todo lleno de polvo.-volvió a tocer. -Raquel.-dijo cuando terminó.
-¿Qué?
-¿Lo oíste? Es nuestra oportunidad de salir de aquí. No volverá hasta la noche.-dijo él. Tenía razón, pero, ¿y si salía mal? No saben cuántas ganas tenía de salir de aquí dentro.
-Sí, pero, ¿cómo hacemos para escapar? Habrá camaras allí abajo, las puertas estarán cerradas con alarma, es imposible. Sería un milagro si logramos salir.-dije.
-Oh, vamos. No seas tan negativa.-pidió.- Podemos hacerlo. Si las cámaras nos ven, dará igual, no sabrá hacia donde iremos. Cuando salgamos, estaremos lejos de aquí.-añadió.
-¿Lejos?-pregunté sin enteder. ¿Estaba pidiendo que nos fugaramos juntos?
-Raquel, tienes que comprender que si, nos vamos de aquí, intentará buscarnos. No se cansara tan fácilmente. Buscara hasta el los rincones más imposibles, hasta encontrarnos. Y cuando lo haga, quién sabe lo que él será capaz.-dijo él. Esto me estaba empezando a dar miedo. Así que, tenía dos opciones. Quedarme aquí por siempre, hasta quien sabe cuando, o huir junto a él lejos, muy lejos de aquí.
-Vámonos.-dije decidida.
-¿Estas segura?-preguntó.
-Sí.-afirmé- Sólo tengo una pregunta.
-¿Cuál?
-¿Qué pasará con Zayn?

--Narra Zayn --

Habían pasado semanas, aún no sabía dónde podría estar. Cada día, después de clase, me reunía con Cody a buscarla por las calles, preguntabamos a la gente que pasaba por aquí a menudo, que si la había visto en algún lugar enseñándole una vieja foto que Cody tenía de ella cuando era pequeña.
Nadie la había visto.
Me preguntaba por qué la vida había sido tan cruel con ella, por qué le hacían pasar todo esto. ¿De verdad creen que ella merece llorar cada noche en vez de sonreír cada día? ¿En serio creen que una princesa merece llorar encerrada, en vez de mostrarle esa hermosa sonrisa al mundo? Ella no merecía esto.
Ella no merece todo lo que le ha ocurrido en su vida, la muerte de sus padres, la falta de cariño, de amigos, de apoyo, de sonrisas y ahora, su secuestro. No sé dónde está, pero sí sé que cuando la encuentre, haré que su vida cambie, y para bien.

-Llevamos días con esto, tío. ¿No crees que deberíamos llamar a la policía?-preguntó preocupado.
-Aún sé un sitio donde no hemos mirado.-dije serio. Él me miró confundido.

Comencé a caminar rápidamente y Cody me siguió intentando pararme. Yo no le hize caso, solamente le pedí que si mañana no llegaba a clase, sí debía preocuparse.
Llegué a mi casa, tras correr varias calles y llegué hacia donde estaba mi coche, entré a él y puse el coche en marcha. Sí, sabía perfectamente hacia donde me dirigía. No sabía realmente si lo conseguiría, si ella estaría ahí, pero no perdería nada por arriesgarme. Tampoco sabía si mi padre sería capaz de cumplir las ultimas palabras que salieron de su boca, pero prefería morir, a que ella pasara su vida encerrada sin al menos, haber dado una sonrisa verdadera en toda su vida.

Y minutos después... Llegué.

Recordaba perfectamente aquel lugar, el olor a bosque, a pinos. La casa aún seguía intacta. Millones de recuerdos llegaron a mi mente tan rápido que hicieron que salieran las primeras lágrimas de mis ojos. Las veces que llegaba a casa llorando, por lo que mi padre me gritaba durante el camino. Las veces que me pegaba, ya sea con la mano o con la silla en donde se sentaba. Las veces en las que cuando mi madre llegaba, mi padre sabía como mentirla, decirle que todo andaba bien, y que yo estaba haciendo los deberes en la habitación cuando en realidad estaba secandome la sangre, o simplemente lágrimas, y más lágrimas que él nunca pudo secar. Él fue la causa de todas las lágrimas que han salido de mis ojos en toda mi vida. Él.
Sólo pude respirar hondo, y acercarme a aquella casa. Estaba cerrada con rejas alrededor. Si intentaba cruzarlas, me electrificaría. ¿Qué haría ahora? Mierda.

-- Narra Raquel --

-Simplemente, no quiero contestar a eso.
-Esta bien.-agachó la cabeza.
-Lo siento...
-No, está bien. Te entiendo.-dijo sonriendo forzadamente.

Abrió la puerta sigilosamente intentando no hacer ningún ruido, aún sabiendo que John no estaba en la casa. Inspeccionó el lugar, cada milímetro, de arriba a abajo. No se oía nada, empezé a preocuparme pensando que le habría pasado algo, así que salí de la habitación.
Pero noté como alguien me cogía de la mano y antes de que emitiera un grito, me taparon la boca con rapidez.

-Tranquila, sólo soy yo.-susurró cerca de mi cuello. Yo asentí y quitó su mano de mis labios. Bajamos las escaleras y nos encontramos con el salón.
-Ahí está la puerta que nos llevara a la calle.-dijo él. -Sólo necesitamos abrirla.-añadió.
-¿Cómo?-pregunté.

Él sólo sonrió de lado. Era más bien, una sonrisa cínica. Algo en mí hizo que me pusiera nerviosa, más de lo que ya estaba. Lo miré atentamente y ví como se alejaba unos centímetros de la puerta hasta que miro el piso y respiró profundamente apretando sus puños. Después de contar como unos tres segundos, corrió hacia la puerta y alzando su pierna derecha, consiguió forzar la manecilla de la puerta abriendola completamente. Yo solamente le miré sorprendida.

-Sabía que mis cinco años de kárate, algún día me servirían de algo que no sea partirle la cara a alguien.-rió él. Yo hice lo mismo.

Me sentía al fin libre. Podía respirar algo que no sea polvo, tierra. Podía sentir el viento en mi pelo y podia ver algo que no sea cuatro paredes y una vieja cama. Por fin, era libre.

-Gracias.-le agradecí saliendo junto a él de la mano.-No lo habría podido conseguir sin tí.-añadí parandome junto a él delante de aquella casa que tan malos recuerdos me traía.
-No tienes por qué darme las gracias, preciosa.-dijo él cogiendome de la barbilla después de haber colocado un mechón de pelo tras mi oreja.
-Si tengo que hacerlo. No me hubiera imaginado que hubiera pasado si tu no hubieras aparecido.-dije.
-Posiblemente, te hubieras partido el pie intentado abrir la puerta.-dijo haciendo que rieramos juntos.- Pero sólo importa que el destino quiso que estuvieramos juntos.

Se acercó a mí lentamente, haciendo que los pocos centímetros que nos separaban ya no existieran y fue cuando sentí sus labios rozar los míos. Sólo podía pensar en sus ojos, en sus ojos grandes y azules, en cómo me hacían poner nerviosa cada vez que me miraba, o en como formaba una curva en sus labios cada vez que me besaba. Todo era tan mágico y ...

-Veo que ya no necesitas que te encuentre.-escuché decir a una voz masculina justo a unos metros de nosotros. Yo me aparté rápidamente de Nash. Esa voz la conocía perfectamente. El era... Zayn.
Sólo lo miré unos segundos, me detuve a ver como había cambiado su corte de pelo, ahora lo llevaba en forma de cresta, seguía teniendo el mismo color. Sus ojos ya no brillaban como cuando le conocí, ahora estaban apagados, rotos. Miré a Nash, quien lo miraba confundido.
 -Zayn, yo...
-¿Por qué iba a querer que la encontraras?- habló él.
-Sabía que volverías a hacerlo, Nash.-dijo Zayn acercandose a nosotros. 
-¿Hacer el qué?-pregunté esta vez yo.
-Ya veo que no le has contado más que mentiras de las tuyas, primito.-contestó Zayn.
-Le he contado la verdad, para que conosca bien de quien se estaba enamorando.-habló Nash.
-¿No podrías desaparecer de mi vida? -preguntó. -Mi padre y tú siempre andan fastidiandome, haciendome la vida imposible. Él se encarga de encontrar a la gente que más me importa en la vida, como mi madre, mis amigas, todas las personas que alguna vez significaron algo para mí, siempre acaban mal. Y tú te encargas de hacerles pensar que han vivido un engaño a mi lado, que todo lo que les dije era mentira...-dijo Zayn al ser interrumpido por Nash.
-No lo escuches, Raquel. Sólo quiere hacerse con la suya. -dijo Nash.-Recuerda sólo eres una más del montón para él.-añadió susurrando en mi oído.
-No.-negó Zayn.- Déjame acabar. Durante toda mi vida, siempre me han quitado la oportunidad de ser feliz, siempre he tenido miedo de aferrarme a alguien por miedo a que al día siguiente, me lo roben de las manos. -dijo Zayn con una lágrima que ya había salido de sus ojos. Esta vez me miró a mí. -Por eso aquella vez te dije que no quería arriesgarme. ¿Recuerdas que me preguntastes por qué no quería arriesgarme? La respuesta a aquella pregunta era que no quería arriesgarme a perderte.
-¿Todo esto es verdad, Nash?-le pregunté y él bajó la cabeza. -¿Tú te encargabas de hacer que todo lo que él dijera era una mentira? - él no contestó.- Pues déjame decirte que la única mentira de todo esto fuiste tú, y que el único error fue haberte conocido. -dije. En ese momento, corrí a abrazar a Zayn. Él correspondió el abrazo. Extrañaba tanto el perfume que llevaba siempre puesto, extraba tenerlo cerca. Nunca creí al cien por cien, que él pudiera hacerme esto, que pudiera haberme engañado. Sabía que no me había equivocado en confiar en él, y menos en haberme enamorado.

-Que escena tan bonita ven mis ojos.-rió cínicamente una voz bastante varonil a la que había cogido un gran miedo.

Zayn se separó de mí y me colocó detrás mía sobre-protector. Sólo miraba atemorizada hacia John quien no quitaba la vista de su hijo.

-Papá.
-Hijo, cuánto tiempo sin verte. Has crecido tanto..- pronunció su padre.- Pero aún sigues siendo el mismo fracasado de siempre.
-Ya veo que no has cambiado nada.-dije.
-Te dije que no vinieras.

Espera, ¿se lo dijo? ¿Zayn sabía que yo estaba secuestrada? ¿John y Zayn habían hablado?

-Tú y yo sabemos que nunca hago caso a lo que me dices.
-Y por eso siempre acababas llorando en tu habitación, y como no te apartes de la chica, esta vez será por su muerte.- dijo él haciendo un gesto con la cabeza. De repente sentí un roce en mi cintura. Alguien me había agarrado con una mano rodeada a mi cintura y la otra sobre mis labios para que no pudiera articular ni una palabra. Conseguí girar la cabeza  y ví el rostro de Nash. Bajó su cabeza y volví a mirar aquella escena.

-Suéltala.-pidió Zayn.
-Vete de aquí.
-No me iré sin que la sueltes. Ella no tiene la culpa de la decepción y el asco que me tienes. Ella no fue la persona a la que al nacer, te dió tanto miedo cuidar. Era tan sólo un niño, ¿por qué me odiabas? ¿qué te hice? ¿Tanto asco te daba?
-No la soltaré. -contestó John ignorando aquellas preguntas.
-Llevo más de 18 años con estas preguntas rodando por mi cabeza, llevo toda mi vida sin una figura paterna. Sin un padre con el que salir a jugar al futbol por las tardes, sin un padre al que poder contarle lo que me preocupaba, lo que me hacía mal. Pero lo único que me hacía mal, eras tú. Las únicas veces que me caí, fue por aquellos golpes tan fuertes que recibía. Las veces que lloré, fueron por aquellas palabras, que aunque para tí, fueran simples, a mí me llevaron años asimilar. Así que papá, si es que puedo llamarte así. ¿Por qué? Contéstame. ¿Por qué cuando necesité un abrazo me dabas un golpe en la barriga? ¿Por qué cuando necesité un consejo me dabas insultos? ¿Por qué cuando me importa algo te tomas la molestia de hacerlo desaparecer?
-No deberías de haber nacido.
-Tal vés. Pero si no lo hubiera hecho, aquella noche, hubieras muerto.- contestó Zayn.
-Debías haberme dejado morir.-dijo.
-Pero no lo hice.
-No entiendo por qué si tanto me odias, me salvaste la vida aquella noche.
-Yo no te odio.
-¿Por qué? ¿Todas esas noches que llorabas por mi culpa, por esos golpes, esos insultos? ¿Y aún no me odias? ¿Por qué?-preguntó John.
-Por que eres mi padre, después de todo, lo eres. Y con cada golpe, con cada insulto, me hiciste más fuerte. Así que, gracias. No eres el mejor padre, pero me enseñaste a levantarme. No serás la figura paterna que necesité cada segundo, pero aún después de todo, lo eres.
-Hijo...
-No hace falta que digas nada. Sólo quiero que la sueltes, y así me iré, y no hará falta que me veas más, nunca y así tú seguirás con tu vida y yo con la mía. Sólo te pido eso.
-Suéltala.-le pidió a Nash, quién acto seguido me soltó y pude respirar tranquilamente.
-Gracias, John. -agradeció Zayn. Él sonrió, la primera vez que le veía hacerlo.

John entró a aquella casa a la que nunca más querría volver a ver y Nash me observó al igual que yo a él.

-Supongo que ya nos veremos.-dijo él.
-No.-contesté. Él me miró confundido.- Si es por mí, no quisiera verte más en toda mi vida. -me dirigí a salir junto a Zayn de aquel sitio, pero Nash tomó mi muñeca.
-Raquel - yo giré mi cuello.- Sé que te mentí, pero no fue...
-No, no me digas que no quisiste hacerlo. Me porté bien contigo, te conté cosas, hablamos durante horas, y tuviste el coraje de mentirme. De decirme que tú eras la víctima de todo esto y que Zayn le ayudaba a John a secuestrar a más chicas y yo como tonta, te creí. Así que no tengas ahora el valor de decirme que no quisiste hacerlo, porque sabías perfectamente lo que estabas haciendo.
-Si no hubiera hecho lo que me ha pedido, me hubiera matado, Raquel.-contestó él mirándome a los ojos. Yo bajé la cabeza.
-Me tengo que ir.- dije dándome la vuelta.
-No te vayas.-pidió.
-Ahora soy libre, no tengo porque fingir como hiciste tú.
-Lo peor de todo, es que no estaba fingiendo.
-No, eso no es lo peor de todo. Lo peor es que me perdiste, y ahora no sé si estás diciendo la verdad, porque ya no te creo.
-Créeme.
-Adiós, Nash.-suspiré.
-Nos veremos.- exclamó.- Y pronto.

Yo giré mi cabeza y negué con el cuello.

-Nunca más.
 
Él entró en aquella casa y quedamos Zayn y yo solos.

-¿Nos vamos?
-Tengo que hacer una cosa antes.

Estaba a un metro de distancia de Zayn. Podía ver como una sonrisa se asomaba en sus labios y como no apartaba su vista de la mía. Apoyado en el coche, se despegó él unos milímetros y yo corrí hacia él. Pero no, no lo abracé. Fuí lo más rápido que pude hasta chocar su cuerpo con el mío y mis manos reaccionaron a acariciar su cuello, hasta que el choque de nuestros labios fundió el mejor y único beso de toda mi vida. Nuestros labios encajaban perfectamente como unas piezas de un puzzle y sus fuertes brazos rodeaban mi cintura acorralandome cada vez más cerca de él. Una de mis manos jugaba con su pelo y la otra acariciaba su mejilla.

A los treinta segundos, tuvimos que separarnos por la falta de aire. Sentí como una hermosa sonrisa volvió a aparecer en su rostro a pocos centímetros de la mía.

-Te heché de menos.-susurró.
-No más que yo.-dije en el mismo tono que él.